jueves, 14 de septiembre de 2017

L De poemas con Ángel El último profeta De ángeles y profetas pa





De mis poemas con Ángel Blasco

I

La mitosis de las almas llora
ha engendrando miedo y terror
en una nueva escala del dolor.

Se ha hundido el cielo
en la desesperación
tras la nueva anunciación.

Hay un nuevo jinete por llegar.
Acaba de nacer
e incluso los cuatro viejos jinetes del apocalipsis,
le temen.

“ Huir donde este la guerra,
Huir donde este el hambre,
huir donde este la peste,
huir donde este la muerte".

Porque se dirige a nuestros naranjales
y a las ciudades donde están los altos rascacielos
y los barrios miserables.
Estamos condenados a no salvarnos.
Escondeos en la sinagogas,
pedid ayuda en las mezquitas,
arrodillaos en los cementerios 
ante las tumbas de los poetas.

Llorad,
suplicad,
humillaos,
quizás así,
solo quizás así,
podáis salvaros.

Escrito de paz y bien, 
el apocalipsis según los drones.

Ángel Blasco

II

Lloran amaneceres,
una larga fila de voces inconcretas,
de flagrantes suspiros, marchitas miradas
y mudos silencios manchados de sangre,
recorren por las gargantas 
enrojecidas de tanto gritar,
de los llamados poetas que cantan al alba.
No sirven de nada esta vez las plegarias.

Aquelarres siniestros de brujas sin escobas,
drones que vigilan, atenta la mirada,
trompetas que ladran ahuyentando al miedo
y un coro de muertos en la fila del paro
con sus ojos atentos en verdes contenedores.
Próxima fila en su escalada al infierno.

El miedo ahuyenta al miedo
y hartos están ya de miedos
los bueyes que medran en desérticos prados.
El quinto jinete acecha, hasta la muerte le tiene respeto.

De repente surca una voz el espacio;
¡Yo soy el Ángel de la vida!
¡Seguidme, soy el último profeta!
Rodeado de nebulosa, sobre la cumbre del Pipa
majestuoso extiende sus alas.
¡Venid, venid a mí, yo soy la salvación!
¡Soy el que grita al viento, soy la voz del hambriento!
.
A sus pies se extiende la vega, llena de muertos sin orejas.
¡Grita Ángel grita, desgañita tu voz,
haz temblar al silencio!
¡Pero los muertos no escuchan!
Las aguas del Belcaire bajan repletas de orejas flotantes
a lo lejos, muy, muy lejos se ve una sombra en el mar.
La media luna entre pateras se acerca.


Mercedes Bou Ibáñez





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