martes, 26 de septiembre de 2017

p W M Canto para una reina Décimas iregulares





Se perciben suavemente
los violines a tu paso,
de azul se tiñe el ocaso
en un silencio latente.
Pierde el aliento la gente
al ver pasar tu figura
con tu toque de bravura,
con ese porte imponente
con esa pasión candente
que derrama tu hermosura.

Majestuosa como la hiedra
va trepando tu mirada,
que dulce aterciopelada
me acaricia con destreza.
Con suma delicadeza
va acorralando mis sueños
que gozan sentirse presos,
cautivos por la belleza
del arrullo de los besos
de tu boca color fresa.

Presa vivo y sin temor
del fulgor y la frescura
de esa fuente de agua pura
que con ternura y candor
inunda mi alma de amor.
Al derramar a caudales
savia tierna de pasión
que a borbotones se sale
por el noble corazón
que en el pecho no te cabe.

De celos rabia la luna,
con esa altiva esbeltez
aceitunada y moruna
de tu bruna desnudez.
Eres alma sin doblez
curtida con luz de amor,
y adornada con la flor
de tu hermosa tez morena
que deslumbrante y serena
apaga la luz del sol.

No hay en el mundo color,
para imitar esa piel,
y creo ni por error
pueda existir el pincel
ni para escultor cincel
que cincele tu figura.
Ni pintores ni pintura,
ni lienzo o pared alguna
donde se pueda plasmar
sin faltar a la verdad
el brillo de tu hermosura.

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