Sidérea llama en cansado vuelo,
en cóncava techumbre,
pero ávida de cielo,
así es mi alma, algo etéreo,
buscando calma con amor y anhelo.
Como trémula cascada, como bárbara cuchilla,
como gentil garganta en carcomida testa,
como águila bravía de colosal estirpe
en tumbado poderío.
Ayer clavel reventón, hoy clavel marchito,
sin ojal y sin chaqueta,
candor ya envejecido sin pompas y sin galas;
y vacía la maleta,
¡sin sentido!
El reloj del destino ya marchitó mis alas,
apagando su albor, enterrando sin pudor
mis sueños en el olvido.
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