A todos aquellos poetas que perdieron la musa
Por querer abrir cerrojos abren odios.
Ortografías huecas y gritos lastimeros.
Ebrios de gloria disfrazada de humildad.
Tras las concepciones no siempre se paren versos.
Aparceros son de tinteros automáticos.
Seleccionan ripios y letras vacías de sueños.
Sacrificando sus fantasiosos deseos.
Inhibiendo las seductoras palabras.
No piensan que nada falta, si nada tenemos.
Son veleros varados en perdidas playas
Untando de brea sus velas rasgadas
Sintiendo el dolor de las letras sin verbos.
Mañana es el día, que tarda pero siempre llega.
Un chubasco de pájaros caerá dando chillidos.
Sin seguridades en incendios arenosos
Ansían volar con sueños ficticios.
Sobre saber que si somos nada, ya lo tenemos todo.
Malentendidos que pasan inadvertidos.
Esclavos de artículos idiomáticos.
Revolotean nidos huérfanos de pájaros.
Consumidores son de versos heterogéneos.
Escoltas a la búsqueda de silogismos vacíos
Documentan su hacer en escritos pedregosos.
El aire de la noche les desordena los hechos.
Sin contar con el listón apuntan a tinteros huecos.
Y volcado en la esquina
de la desvencijada mesa,
otrora plena de sueños y quimeras,
yace el tintero, derramando su savia,
acoge la alfombra una mancha negra,
las letras alzaron el vuelo,
una musa revolotea inquieta,
la pluma llora, tirada en el suelo.
Lágrimas asoman
bajo los arcos sombríos de las cejas del poeta,
dos caudalosos ríos bajan por ellas,
sin sueños que las guíen se ahogan las letras.
Llora el arpa en el rincón, polvorienta y rota
sus días de gloria ya nadie recuerda
y ya de sus cuerdas, ni el silencio brota.
Del corazón a la pluma, se pierden los sueños,
oculta la bruma, la luz de la senda
y en una costilla, tercera a la izquierda
se ahogan las letras sin saber de besos,
pálidos espectros, sin piedad alguna
las condenan al silencio en llantos de espuma
donde flotan inertes, tinteros, poetas y plumas…
Ortografías huecas y gritos lastimeros.
Ebrios de gloria disfrazada de humildad.
Tras las concepciones no siempre se paren versos.
Aparceros son de tinteros automáticos.
Seleccionan ripios y letras vacías de sueños.
Sacrificando sus fantasiosos deseos.
Inhibiendo las seductoras palabras.
No piensan que nada falta, si nada tenemos.
Son veleros varados en perdidas playas
Untando de brea sus velas rasgadas
Sintiendo el dolor de las letras sin verbos.
Mañana es el día, que tarda pero siempre llega.
Un chubasco de pájaros caerá dando chillidos.
Sin seguridades en incendios arenosos
Ansían volar con sueños ficticios.
Sobre saber que si somos nada, ya lo tenemos todo.
Malentendidos que pasan inadvertidos.
Esclavos de artículos idiomáticos.
Revolotean nidos huérfanos de pájaros.
Consumidores son de versos heterogéneos.
Escoltas a la búsqueda de silogismos vacíos
Documentan su hacer en escritos pedregosos.
El aire de la noche les desordena los hechos.
Sin contar con el listón apuntan a tinteros huecos.
Y volcado en la esquina
de la desvencijada mesa,
otrora plena de sueños y quimeras,
yace el tintero, derramando su savia,
acoge la alfombra una mancha negra,
las letras alzaron el vuelo,
una musa revolotea inquieta,
la pluma llora, tirada en el suelo.
Lágrimas asoman
bajo los arcos sombríos de las cejas del poeta,
dos caudalosos ríos bajan por ellas,
sin sueños que las guíen se ahogan las letras.
Llora el arpa en el rincón, polvorienta y rota
sus días de gloria ya nadie recuerda
y ya de sus cuerdas, ni el silencio brota.
Del corazón a la pluma, se pierden los sueños,
oculta la bruma, la luz de la senda
y en una costilla, tercera a la izquierda
se ahogan las letras sin saber de besos,
pálidos espectros, sin piedad alguna
las condenan al silencio en llantos de espuma
donde flotan inertes, tinteros, poetas y plumas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario