Amar es hermoso sueño,
como un ligero mordisqueo
a un helado de turrón,
o a unas uvas con queso
o de pan con buen melón
como canto de jilguero,
como volar sin avión
cuando te dicen ¡te quiero!
Ay, señor escribidor
póngame usted cuatro versos,
quiero esta noche a mi amor
ponerla mirando al techo
y que tiemble de pasión.
Y dice el hombre del tiempo
que el buen tiempo viene ya,
pero no desabriguemos
que esta noche nevará
en algún monte de Venus.
Esto es muy grande mi amor,
por ti perdí la cabeza
de lo mucho que te quiero,
ahora debo tratar
de buscar con desespero
alguien que no tema usar
de segundas un sombrero.
Y dices que ya te vas
dejándome con lo puesto,
chillándome y a lo bravo,
voy a tener que buscar
un mozo que esté dispuesto
a plantar en mi huerto el nabo.
Quisiera yo como Alicia
perderme en tus maravillas,
aunque suene a verde y viejo
treparía por tus piernas
para atrapar al conejo
y comerme sus orejas.
¡Ay, Venus amado monte!
¡Trepan lenguas tu colina
cual Hillary el Everest!
¡Aquí le quisiera ver
y no en aquella pamplina
de subir un monte a pie!
Algo en mí se dilató
al probar de tus pechos su firmeza,
algo también despertó
haciéndome perder, luz y entereza.
¡Y qué hermosa la pasión,
que nos hace perder la vergüenza
inflándonos de ilusión.
A la cumbre de tu monte escalé
buscando con gran tesón,
con empeño, pasión y mucha fe
ese tesoro amor que tanto celas
esperando sea yo
ese príncipe azul de tus novelas,
harto ya de dragones y de guerras
quien se lo venga a comer,
dando fin a tus días de doncella.
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