Alivio para el ardor
entre tus patas busqué
erguido allí lo encontré,
todo sediento de amor,
a él mis labios arrimé
¡ay Dios mío que rubor!
¿Y qué pensará de mí,
algún púdico lector?
¡¿Será quizá una fulana,
o será una barragana?
-Pues solo una pobre chica
a quien amor no frecuenta
y me rasco cuando pica
mi mente calenturienta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario