Las letras tienen la palabra.
Viven y andan por ahí obscenas
y sueltas en hojas blancas,
algunas hablan de penas,
otras corren como liebres,
pero todas me mandan y ordenan.
Se reúnen en la siembra de mi fiebres,
calma son, en mis noches serenas
son mis sombras incontenibles
me sigue siempre de cerca,
como guardias invisibles
vigilan que no me pierda.
Y yo las nombro y las duermo
las despierto y con ellas me lavo,
son la causa de mis desvelos
y las seco y las amo con su odio,
¡creo que me odian algo!
piensan que soy su demonio
y rasguñan mi cerebro,
al saber que de ellas me valgo
para ir creando pasión
e ir forjando mi sueño
y encienden fuego a mi alrededor
con la esperanza puesta en el cielo
de que un mal rayo me parta
y las deje con su dolor.
Insoportables palabras que me queman,
arrasar mis sueños pretenden,
me llenan la boca con sus tripas,
mis ansias de vivir las frenan,
en cuanto pueden me ofenden
y a gritos se desgañitan
al cielo claman y piden
que Dios me aleje de ellas.
Me desnudan y al rato me visten
me calientan y me hielan,
a veces las veo que tristes
me abotonan y despiden
cual si en el fondo quisieran
aunque parezca imposible
ser mi amigas para siempre,
¡pero no! su odio siempre las vence
y triste veo, como se alejan.
Me tienen en una evidencia ciega
por mucho más que lo intento
no puedo hacerme con ellas
a veces creo que me aman
otras veces solo pienso
que algo contra mí traman,
¡pero yo no quiero! ¡no quiero!
de mi lado tampoco apartarlas.
Me persiguen con caras de máquinas.
Camufladas, ¡no me dejan!
¡ellas me aman! ¡lo sé, son mías!
lo disimulan...¡son pendéjas!
pero a veces siento, ¡siento como me besan!
!y no, no, no!
¡ni las dejo!. ¡ni me dejan!
Son mi voz, ¡son mis palabras!
Vieja tribu de letras
herencias de mis insomnios
que mantienen mis esperanzas
y me quieren, y las quiero
aún así, aún así no lo parezca...
Poema de Eladio Ibáñez Ogando
y Mercedes Bou Ibáñez
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