Lejos ya de oscuros cienos
de los fétidos despojos
y de ciegos desenfrenos,
brillan ardientes mis ojos
al contemplar cielos nuevos
libres ya de los matojos
que ocultaban mis anhelos.
Atrás quedaron entuertos
la edad mató la bravura
y la loba de otros tiempos
fue perdiendo dentadura
ya tan solo cerca huelo
un hedor a sepultura
que encrespa todos mis pelos.
De poco sirvió el vivir
siempre en la constante lucha,
hubo un tiempo en que creí,
estar sirviendo de ayuda,
mas poco a poco aprendí
que la gente iba a la suya
pasando mucho de mí.
Desde aquel mayo francés,
me jugué la camiseta,
en lucha contra el burgués,
y nunca me quedé quieta
luchando contra el poder,
siempre haciendo la puñeta
a los que abusan de él.
Mi lucha ya terminó
nada pude conseguir,
el mundo nada cambió,
yo la juventud perdí,
mas grabado me quedó
que si volviera a vivir
seguiría siendo yo.
A mis nietos bien les digo,
vuestra voz nunca se calle,
haced que sirva de abrigo
y que las conciencias ralle,
a ellos les paso el testigo,
¡su lucha no sea en balde
como ya pasó conmigo!
Pero contenta me voy
luché por la libertad,
algunos saben quien soy
aún me recuerda el Llach
y si a los Madriles voy
aún me viene a visitar
mi buen amigo Amestoy.
Pero como decía Serrat
en su Balada de otoño;
Yo te podría contar
que está quemándose
mi último leño en el hogar,
que soy muy pobre hoy,
que por una sonrisa doy
todo lo que soy,
porque estoy sola
y tengo miedo.
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