Silencios crudos hostigan
mi ya fatigada mente,
los años nunca perdonan
y los recuerdos se asoman
hiriendo los sentimientos
que saben que no supieron
como poder alcanzar
aquellos miles de sueños
de una juventud temprana
que no supo navegar
por los turbulentos mares
en que naufraga la edad.
Alzo la mirada al cielo
quiero buscar la respuesta
¡grito fuerte y desgañito!
pero nadie me contesta,
poco les importa allí
el que un alma se les pierda.
De joven nunca se piensa
que la vida bien se cobra
ese delirio sin freno
que domina a quienes buscan
el camino que no llega
a esos lugares en donde
se respira la paz pura .
Transita la juventud
por caminos que la llevan
a los agrestes abismos
en donde viven la envidia
el orgullo y la miseria
con esas malignas yerbas
que visten de verde oscuro
a la vanidad tan necia.
Silencios que atosigan
Silencios crudos hostigan mi ya fatigada mente,
los años nunca perdonan y los recuerdos se asoman,
hiriendo los sentimientos que saben que no supieron,
como poder alcanzar aquellos miles de sueños
de una juventud temprana, que no supo navegar
por los turbulentos mares en que naufraga la edad.
Alzo la mirada al cielo quiero buscar la respuesta,
¡grito fuerte y desgañito! pero nadie me contesta,
poco les importa allí el que un alma se les pierda.
De joven nunca se piensa que la vida bien se cobra
ese delirio sin freno que domina a quienes buscan
el camino que no llega a esos lugares en donde
se respira la paz pura y el amor nunca se esconde.
Transita la juventud por caminos que la llevan,
a los agrestes abismos en donde viven la envidia
el orgullo y la miseria y otras malignas hierbas
que visten de verde oscuro a la vanidad tan necia.
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