sábado, 24 de septiembre de 2016

L Navegando a sotavento De cuentos de la Gertrudis





Soy corazón prisionero,
arrastrado por tus olas,
con el sentimiento pleno
de ser tu mejor aurora.

Atracaré mi barquilla
al amarre de tu cuerpo
y con mi boca atrevida
la sellaré con un beso.

Seré el suspiro eterno,
en tus sábanas de Holanda
y ese rizo de tu pelo
que tú sabes que me encanta.

Seré de tu mar sirena,
para le envidia de Ulises,
la guitarra que hará fiesta
cuando tengas noches tristes.

En los lagos de tus ojos
yo me bañaré desnuda,
no necesito kimono
ante tu mirada pura.

Mïel para mí tus besos
y tu boca la guarida,
para cobijar los sueños
de un corazón que suspira.

Sopla en mi orilla el Terral
acalorada me siento,
no tardes mucho en llegar,
necesita riego el huerto.

Torrente de nieve pura,
con ansia espera mi vientre,
será testigo la Luna
que sabe, muero por verte.

Atráca pronto mi amor
ese velero en mi puerto,
se apodera la pasión,
siento arder todo mi cuerpo.

No tuerzas por estribor
y enfila recta la proa
que yo espero por babor
levantando ya la popa.

Verso 1
Soy corazón prisionero,
arrastrado por tus olas,
con el sentimiento pleno
de ser tu mejor aurora.
Atracaré mi barquilla
al amarre de tu cuerpo
y con mi boca atrevida
la sellaré con un beso.

Estribillo
Atraca pronto mi amor
ese velero en mi puerto,
se apodera la pasión,
siento arder todo mi cuerpo.
No tuerzas por estribor
y enfila recta la proa
que yo espero por babor
levantando ya la popa.

Verso 2
Seré el suspiro eterno,
en tus sábanas de Holanda
y ese rizo de tu pelo
que tú sabes que me encanta.
Seré de tu mar sirena,
para le envidia de Ulises,
la guitarra que hará fiesta
cuando tengas noches tristes.

Coros
En los lagos de tus ojos
yo me bañaré desnuda,
no necesito kimono
ante tu mirada pura.
Miel para mí son tus besos
y tu boca la guarida,
para cobijar los sueños
de un corazón que suspira.

Puente
Sopla en mi orilla el Terral
acalorada me siento,
no tardes mucho en llegar,
necesita riego el huerto.
Torrente de nieve pura,
con ansia espera mi vientre,
será testigo la Luna
que sabe, muero por verte.

Estribillo
Atraca pronto mi amor
ese velero en mi puerto,
se apodera la pasión,
siento arder todo mi cuerpo.
No tuerzas por estribor
y enfila recta la proa
que yo espero por babor
levantando ya la popa.

Outro
No tuerzas por estribor
y enfila recta la proa
que yo espero por babor
levantando ya la popa.

jueves, 22 de septiembre de 2016

A lo lejos se ve el mar





vídeo canción
.
En el vídeo el poema musicalizado
.
A lo lejos se ve el mar
.
¿Por qué se nos llama "La Humanidad"
si no conocemos esa palabra?
.
El mundo ya, a nadie escucha,
la maldad sigue su danza,
se perdieron los caminos
 donde andaba la esperanza.
.
¡Quedó tan lejos la casa!
 el frío del alma abrasa,
cruje la noche lamentos,
 nada valen juramentos,
el miedo vence y arrasa.
 ¿Dónde están los sentimientos?
¡la humanidad sin cimientos! 
.
Muerte la guadaña engrasa. 
A lo lejos se ve el mar.
.
¿No somos seres humanos?
 ¿Tampoco somos hermanos?
¿Nos mienten las religiones?
 Ellas arman los cañones,
nos ponen fuego en las manos,
 luchamos como leones
por defender sus blasones...
 y sus argumentos vanos.
.
A lo lejos se ve el mar,
y los campamentos llenos.
.
 Ya no quedan hombres buenos
nadie oye niños llorar,
 nadie les quiere ayudar,
a lo lejos se oyen truenos.
.
 Trepidante retumbar,
no vayamos a olvidar
 que pronto aquí los tendremos.
.
A lo lejos se ve el mar
.
Suenan trompetas de guerra,
 olor a sangre en la tierra,
lágrimas de refugiados,
 ya sueños abandonados.
.
Y ante el ojo que se cierra,
 corazones oxidados
que permanecen callados
 a esa injusticia que aterra.
.
Y a lo lejos, muy, muy lejos,
 se asoma un cielo sin mar.
.
Poema y arreglos de Mercedes Bou Ibáñez
musicalizado por Suno IA
Vídeo hecho con ayuda de Canva y MovieMaker

sábado, 17 de septiembre de 2016

Ella I Verso libre










Vídeo declamado




vídeo canción

Llegó por la vereda rosa
que trae los amores de mayo,
cuando el río se alimentaba
del agua de los arroyos
de la sierra desbocados.

Abril no soltaba sus fríos
tenía cerradas sus puertas,
ya Mayo tocaba en ellas.

Todas las casas del barrio
volvieron a ella sus ojos,
al verla venir cabalgando
sobre el Céfiro enamorado
envuelta en sus flotantes vestiduras,
derramando a raudales
por el valle su hermosura.

Cambiaron de color las amapolas
escondiendo su rubor entre los trigos.
Pálidos enmudecieron
los lirios de la charca
de la envidia de su talle.

Mi corazón
en una hipérbole gigantesca
se lanzó volando a las alturas,
creando una inmensa enredadera
donde atrapar su dorada cabellera
y soñé, soñé hacerla mía, 
antes de que la ansiedad,
partiera mi pecho en mil pedazos.​



En mi pequeño pueblo, donde las casas se apiñaban entre los campos de trigo y los murmullos de la sierra, llegó Mayo con su aroma fresco y vibrante, justo cuando los fríos de Abril se negaban a dejar su lugar. Fue en una tarde clara, cuando el sol comenzó a asomarse entre las nubes, que la vi por primera vez.

Ella apareció por la vereda rosa, como un sueño hecho realidad, cada paso que daba era un susurro de amor que llenaba el aire. Cabalgaba sobre el Céfiro, el viento que la acariciaba con delicadeza, y su vestido flotante brillaba con los colores de la primavera, como una nube de pétalos derramados sobre la tierra. Los corazones del barrio, antes dormidos, se despertaron al unísono, guiados por su belleza.

Los lirios de la charca, al verla pasar, se encogieron de envidia y el rojo de las amapolas se intensificó, ruborizándose ante su presencia. Mi corazón, hasta entonces tranquilo, estalló en júbilo y se lanzó a volar en una hipérbole gigantesca. Era un sentimiento tan inmenso que me engulfó por completo, creando una red de sueños donde su dorada cabellera se enredaba y donde la idea de tenerla a mi lado comenzaba a florecer.

Días pasaron, y cada encuentro con ella se convertía en un rincón del alma que guardaba celosamente. Caminábamos juntos por los campos, compartiendo risas y silencios cómplices. La ansiedad por confesar mi amor crecía en mi pecho, un fuego que empezaba a consumir mi razón, un deseo tan fuerte que temía que pudiera astillar mi corazón en mil pedazos si no encontraba la manera de expresarlo.

Una tarde, bajo el esplendor del atardecer que dibujaba sombras alargadas en la tierra, decidí que ya no podía esperar más. La llevé hasta el río, donde el agua corría libre, alimentándose de los arroyos desbocados, como mis sentimientos que ansiaban fluir. Tomé su mano, nervioso pero decidido, y mirando sus ojos brillantes, pronuncié aquellas palabras que habían estado atadas en mi pecho: “Te quiero.”

Su risa llenó el aire y, en un instante que se sintió eterno, el tiempo se detuvo. La primavera se apoderó de nosotros, y aquel desbordante amor, que había comenzado en una vereda rosa, se convirtió en nuestra historia. En ese abrazo, supe que había encontrado no solo a la mujer que amaba, sino a la musa que había despertado en mí, el poeta que anhelaba atrapar cada segundo a su lado. Fin del cuento, pero comienzo de una eterna primavera.

-----------------------------
Ella 
(intro)
Llegó por la vereda rosa
que trae los amores de mayo,
cuando el río se alimentaba
del agua de los arroyos
de la sierra desbocados.
...
(coros)
Abril no soltaba sus fríos
tenía cerradas sus puertas,
ya Mayo tocaba en ellas.
...
Todas las casas del barrio
volvieron a ella sus ojos,
al verla venir cabalgando
sobre el Céfiro enamorado.

Envuelta en sus flotantes vestiduras,
derramando a raudales
por el valle su hermosura.
...
(estribillo)
Cambiaron de color las amapolas
escondiendo su rubor entre los trigos.
Pálidos enmudecieron
los lirios de la charca
de la envidia de su talle.
...
(outro)
Mi corazón
en una hipérbole gigantesca
se lanzó volando a las alturas,
creando una inmensa enredadera
donde atrapar su dorada cabellera
y soñé, soñé hacerla mía, 
antes de que la ansiedad,
partiera mi pecho...
en mil pedazos.​


Lágrimas











vídeo canción

Lágrimas
.
Las lágrimas son
el lenguaje de los hondos sentimientos.
Una voz en el silencio
que recorre nuestros cuerpos
desde los ojos al alma.
.
Se esconde entre lágrimas y risas
el suspiro salado de un llanto,
llanto que es, de lágrimas un canto,
entonando silencios en sábanas regadas
de humedades y penumbras.
.
Lágrimas que son,
la última sonrisa de amores que fueron.
Lágrimas que son,
¡un recuerdo osado! que insolente y atrevido,
al pasado nos afrenta.
.
Lágrimas que son,
el sueño prohibido
de la sombra amante
que huyó hacia el olvido.
.
Lágrimas,
son suspiros de un alma derramada.
Lágrimas,
que acuden a mis ojos cada noche
al derrumbarse mis últimos sueños
con la última insonora campanada.
.
Lágrimas,
de una Cenicienta que no perdió su zapato.
Lágrimas, por un príncipe,
que nunca quiso convertirse en rana.
.
Lágrimas,
porque se hundieron mis barcas.
Lágrimas,
en mi puerto ya vacío,
vencido por la resaca.
.
¿Qué más puede ocultar una lágrima?
Silencios oscuros de noches desiertas,
palabras perdidas, en labios cobardes.
.
Lágrimas que son,
una secreta promesa
que ya, ni recuerda mi almohada.
¿Y dolor, ocultan dolor en sus gotas?
¡No!...¡Las lágrimas no lloran!
¡Las lágrimas brotan!
.
Las lágrimas no saben de cantos.
Las lágrimas son el rocío de los llantos 
en las desérticas praderas del alma.
.

Relato inspirado en el poema Lágrimas
.
En la orilla de un pueblo que huele a sal y madera mojada, vivía una mujer llamada Inés. Su casa miraba al mar como si fuera una oreja atenta a cualquier confesión que el agua quisiera hacerle. En las noches, cuando el silencio caía pesado sobre las calles y los cubos de la lluvia aún vibraban en las ventanas, Inés abría un cuaderno de tapas gastadas y dejaba que las palabras la encontraran donde cada lágrima parece nacer: en el cruce entre lo que se siente y lo que uno se atreve a nombrar.
.
Las lágrimas, pensaba, son el lenguaje de los hondos sentimientos. Pero no solo lenguaje: eran una voz en el silencio que recorría su cuerpo desde los ojos hasta el alma, un mapa de rutas que nadie firma pero que todos recorren. A veces, entre lágrimas y risas se escondía el suspiro salado de un llanto, y ese llanto, sostenido por un ritmo que nadie marcaba, parecía entonar silencios en sábanas regadas de humedades y penumbras.
.
Una noche, cuando el faro lanzó su destello como un ojo que vigila a la memoria, Inés encontró en la mesa de la cocina un papel doblado. Era una página arrancada de un cuaderno antiguo, con letras que le eran extrañas y, sin embargo, le sonaban cercanas: Lágrimas que son la última sonrisa de amores que fueron. Lágrimas que son, decía el texto, ¡un recuerdo osado! que insolente y atrevido, al pasado nos afrenta. Y más abajo, con la misma tinta que parecía haber sido respirada por la sal, una frase que le hizo temblar la mano: ¿Y dolor, ocultan dolor en sus gotas? ¡No!...¡Las lágrimas no lloran! ¡Las lágrimas brotan!
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El papel parecía haber viajado conmigo a través de alguna tormenta, como si el océano hubiese decidido devolverle a Inés alguien de su propio pasado. Aquella página la llevó a un rincón de la memoria donde habitaban nombres que ya creían muertos: un amor que había sido tan intenso que parecía haber dejado una fisura en el aire; una Cenicienta que, para no perder la dignidad de su historia, 
no perdió su zapato; un príncipe que nunca quiso convertirse en rana, sino simplemente en un hombre que no sabía amar.
.
A partir de esa lectura, la noche se convirtió en un mapa. En el muelle, las barcas en desuso parecían recordar a una joven que esperaba un promesa imposible. “Lágrimas, porque se hundieron mis barcas. Lágrimas, en mi puerto ya vacío, vencido por la resaca”, se dijo en voz baja, como si la propia marea estuviera repitiendo el poema. Y sin embargo, entre las sombras, una mujer quería para sí misma, que llorara sin vergüenza, era ya una otra versión de Inés: la que aceptaba que la memoria, a veces, es una vela que no apaga la vida, sino que la alumbra con su humo.
.
Al día siguiente, caminó por el faro viejo donde nadie subía ya desde hacía años. Allí, entre tablas que crujían como si sus nudillos lloraran, encontró una caja de madera escondida bajo una roca que alguien había usado para atorar redes. Dentro había dos cosas: un zapato de vidrio gastado, como si fuera una Cenicienta que no perdió su zapato, y una carta doblada en cuartos diminutos. En la carta, escrita con prisa y cariño, alguien decía que el zapato era un recordatorio de que no siempre el cierre de una historia llega con un “fin”; a veces, llega con una promesa de seguir caminando, incluso sin el compañero que parecía haber llegado para quedarse.
.
“Un príncipe que nunca quiso convertirse en rana.” Las palabras escaparon de la boca de Inés sin que pudiera detenerlas. Se dio cuenta de que la Cenicienta de su propia historia no había perdido su zapato por culpa de nadie más: había sido una elección, una manera de sostenerse cuando toda la casa se desmoronaba y el mundo parecía pedirle silencio. El zapato, entonces, no era prueba de abandono sino símbolo de la paciencia que uno se concede para no perder la dignidad en medio de la caída.
.
La otra cosa en la caja era una pequeña libreta de tapas suaves, igual que la suya, llena de notas escritas a tinta despareja. 
  Allí, alguien había dejado consignas que eran palabras a modo de llaves: la promesa secreta que uno guarda para sí cuando ya no hay nadie que la escuche; la certeza de que, entre las sombras de una relación que se fue, siempre queda una brasa de verdad. Inés leyó entonces con los ojos cansados, comprendiendo que la promesa no era para el otro, sino para el alma: un compromiso de seguir adelante sin negar el dolor.
.
Aquella noche, bajo la centralidad de la luna, Inés dejó el zapato en la orilla, justo donde las olas lamían la orilla y devolvían la sal al aire. Lo colocó de modo que, cada vez que la marea subiera, la lluvia de la memoria volviera a mojar ese recuerdo y, al mismo tiempo, lo dejara seco con la siguiente ola. Se dijo a sí misma que los amores que fueron no se desvanecen como humo: permanecen, de una forma extraña y hermosa, en la manera en que la lluvia dibuja sombras en los cuerpos de las sábanas.
.
“¿Qué más puede ocultar una lágrima?” se preguntó en voz alta, resolviendo que las lágrimas ocultaban silencios oscuros de noches desiertas, palabras perdidas en labios cobardes. Pero también revelaban algo que la vida siempre quiere decir: que el dolor no debe ser ocultado con miedo, que la memoria, por fértil que sea, no es una jaula si se sabe escuchar sin lastimarse. Las lágrimas, dijo para sí, no son canto: son rocio en una pradera del alma, una lluvia que no se escribe para ser cantada sino para abrir camino en la tierra reseca de nuestro interior.
.
Con el zapato y la carta en las manos, Inés regresó al puerto en calma. Ya no buscaba respuestas, sino una forma de habitar el dolor sin que éste la poseyera. Y esa noche, al regreso a casa, se detuvo frente a la ventana y dejó escapar una risa que parecía venir de otra vida, de esa que uno no se atreve a contar en voz alta. Comprendió que las lágrimas no lloran para mostrar debilidad, sino para recordar que la vida, aun cuando se hunde una barca o cuando el amor se aparta como un barco imposible de volver continúa.
.
En las semanas siguientes, el pueblo notó un cambio en ella, un modo distinto de escuchar la marea. No era que ya no hubiera tristeza, sino que, a veces, la tristeza se volvía claridad, y la memoria, que tanto había dolido, tenía menos espinas. En un cuaderno nuevo, Inés escribió una página que nadie leería más que ella misma, y que decía, de forma sencilla, algo que el poema ya anunciaba con sus propias metáforas: las lágrimas brotan porque el corazón tiene hambre de verdad, y el alma, cuando se le da permiso, encuentra su propio modo de sanar.
.
Una tarde de domingo, cuando el puerto parecía dormido, un hombre mayor pasó por la orilla y dejó a Inés un sobre sin remitente. Dentro había una fotografía en blanco y negro de dos jóvenes bailando bajo un farol, con una nota en cursiva que decía: “Gracias por volver a mirar, por recordar sin dolor." No había firma. Pero para Inés no hacía falta: sabía que aquella imagen había viajado desde algún lugar donde los amores fueron, y que alguien, en algún rincón del mundo, había guardado el mismo zapato, esa pequeña promesa que la memoria sostiene cuando el ruido del mundo quiere olvidar.
.
Cerró el cuaderno y dejó que la imagen del faro inundara la habitación con una luz tibia. En su pecho, las lágrimas ya no eran un peso secreto, sino una certeza compartida con la noche. Y, cuando el alba llegó, la ciudad despertó con el rumor de la resaca recobrando la orilla, como si el mar aunara historias al borde de la piel.
.
“Lágrimas, por un príncipe que nunca quiso convertirse en rana.” Quizá ahí estaba la verdad: no en la idea de un final feliz, sino en la capacidad de escuchar lo que cada lágrima dice cuando cae, sin pedir permiso, sobre la mesa de la vida. Ella sabía que las lágrimas no son cantos; son rocío sobre la tierra árida del alma, esa pradera que la memoria mantiene viva para que, a pesar de todo, haya un camino para volver a intentar.
.
 Y así, al cerrar de nuevo el cuaderno, Inés dejó que la ciudad respirara en silencio, como si el puerto entero estuviera aprendiendo a sostener la mirada de la tristeza sin que ésta lo atravesara. Porque, en el fondo, el mensaje quedaba claro: las lágrimas no deben esconderse; deben guiar, con paciencia, hacia una mañana en la que el amor, aunque ya no sea el mismo, siga siendo posible. Las lágrimas no lloran; brotan. Y, a veces, al brotar, logran que la vida vuelva a nacer en el borde del agua.
.
Las lágrimas no saben de cantos. Las lágrimas son el rocío de los llantos en las desérticas praderas del alma. Y, para Inés, ese rocío era ahora un pequeño manantial que le permitía creer que, incluso cuando todo parece hundirse, hay algo que aún se puede recordar sin dolor, recordar para aprender a vivir.
.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

W M Mi caballo bayo





¿Dónde estará mi caballo?
sí, si, mi caballo bayo
el que corre como un rayo,
el que me regalo mi ayo
por mi santo el mes de mayo,
y de nombre puse Rayo.

¿Dónde estará que no lo hallo?
hasta encontrarlo no callo,
tal vez se cayó en un cayo
o quizás lo robó un payo.

Vine ahora del serrallo
en cuanto me cambie el sayo
iré a preguntarle al gallo
y que me ayude a buscallo.

¡Pero sepa usted tocayo
fuerte lo digo y subrayo,
que de esta el corral lo vallo
aparezca o no mi Rayo!

Desde que perdí mi bayo
el consuelo tan solo hallo
con un viejo guacamayo
que cazó  mi fiel lacayo
¡es muy hábil el malayo!.

Esto lo hice como ensayo
perdonen si hay algún fallo,
pero es qué me duele un callo
y hace un frío del carallo.

¡Terminé mi fiel vasallo!

martes, 13 de septiembre de 2016

Retrato a la vejez De cuentos de la Gertrudis Octavas italianas







vídeo canción

Retrato a la vejez

Octavas italianas

Ya mis resecos labios como pasas
solo se mueven por algunas frentes,
ya no desbordan como los torrentes
las riadas de pasión,
de aquella juventud de rojas brasas,
dicen que el tiempo todo al fin lo cura,
la pícara edad mata la bravura
cesando la ilusión.

Estos cerros antaño bien erguidos
en cuya cima erectos sus botones
daban gozo a salidos y mirones
mirando sin pudor,
inundando las calles de silbidos.
Mis erectos botones, ¡cree amigo!
¡sirven hoy para rascarme el ombligo
borracha de furor!

Y el redondo pandero e imponente 
sobre mis bien formadas dos güayabas,
testigo de los chorros de las babas
siempre a mi alrededor.
con hombres tras de mí siempre en torrente.
Hoy pellejo vacío, ¡un colgajo! 
No parece pandero, si un pingajo
inspirando pavor.

En mi preciosa faz dos grandes fosos
enormes parecían como lagos
por ellos me cubrieron mil halagos.
Mucho orgullo sentí,
de mi par de ojos, verdes, muy hermosos,
con su brillo de luz, ¡florido mayo!
Hoy decorados con patas de gallo.
¡Pobre, pobre de mí!

El tiempo va pintándonos a modo,
la mayor de las veces el retrato
no llegará a ser de nuestro acomodo,
sin poder denunciar por desacato
tendremos que apretar muy fuerte el codo
y aguantarnos con ese caricato.

Mercedes Bou Ibáñez

--------------------

arreglos

Retrato

Octavas italianas

(intro)
Ya mis labios, como pasas,
solo se mueven por algunas frentes.
...
Ya no desbordan torrentes
de riadas de pasión,
de aquella juventud de rojas brasas.
...
Dicen que el tiempo todo lo cura.
Que la pícara edad mata la bravura...
cesando la ilusión.
...
(verso1)
Mis pechos antaño bien erguidos,
en cuya cima... erectos sus botones,
daban gozo a salidos y mirones.
hoy solo sirven...
 para rascarme el ombligo,
...

...
(verso2)
Y aquel, pandero imponente
sobre mis piernas modeladas
testigo fue, de los chorros de babas
de los hombres tras de mí...
flotando a mi alrededor.
...

Hoy es un pellejo vacío, 
¡un colgajo! 
No parece un pandero...
 parece un pingajo...
que inspira pavor.
...

(verso3)
En mi tersa cara
había dos grandes fosos,
tan grandes que parecían
como dos enormes lagos.
...
Por ellos me cubrieron
con miles de halagos.
...
Mucho orgullo sentí
de mis grandes ojos verdes, 
con su brillo de luz parecían
iluminar al florido mayo.

Y hoy esta decorados
con miles patas de gallo.
¡Ay, pobre... pobre de mí!
...

(outro)
El tiempo nos pinta a su modo
y muchas veces el retrato
no es... de nuestro acomodo.
...
Pero... no podemos 
denunciar por desacato
y tenemos que apretar muy fuerte el codo
y aguantarnos...  
aguantarnos con ese caricato.



domingo, 11 de septiembre de 2016

c Tankas 0








Vino la  lluvia,
no llegaste con ella,
cerré el paraguas.
El agua borró el beso
de aquella madrugada.

Estrella errante
señalando camino
llévame a ella
y revivirá mi alma
con su mágica luz.

Bosque frondoso
esconde tu entrepierna,
en el me pierdo.
Nadie venga a buscarme
aquí vivo contenta.

Eres mujer
del hombre su adalid
su luz y  guía.
El no es nada sin ti
gota en la mar,perdida.

Verde pulmón
del mundo en el olvido,
gran sin razón.
Forjadora de sueños
en un rincón perdidos.

(para Africa Day)

De luz sendero,
de humanidad futuro,
reina serás.
Llegará pronto tu hora,
otros caducan ya.

(para Africa Day)

Feliz paseo,
ríe, ¿que pensará?
¿viejos recuerdos?
Joven es el abuelo,
aún viven sus sueños.

Arde la sierra,
llorará el medio ambiente,
pena, dolor.
Ya murió el otro medio,
y nadie fue a su entierro.

Cita en Hacienda,
trece mesas o mas,
nueve vacías.
Seguimos siendo España,
nadie la cambiará.

Como recuerdo
te dejaré mis besos,
cuando me vaya.
Colgados en la percha
del salón de tu boca.

Yo soy efímera,
no busco eternidades
en mi templanza.
Sólo pido a mis labios,
al hablar no tropiecen.

Pinta el verano
rosas los corazones.
Vestirán flores
caminos del amor
de besos adornados.

Años atrás
mi sien vestía Mayos,
hoy ya Diciembres
que en el alma les puse
prohibido pasar.

Granada luz,
de Federico amante.
Perdido sueño.
Lloran gitanas viejas,
sigue vivo el recuerdo.

Granada es luz
embrujo misterioso,
belleza, amor,
labios en flor de rosa,
deseo, amor y besos.

Creo,en Granada
no habrá nada más bello
que tú, mujer.
Bella flor que acrecientas
en mis labios pasión.

Un pajarillo
me cantó en la mañana,
amor de trino.
El verano en la puerta,
en el río chiquillos.

Desamor triste,
espesos los silencios,
ya es tiempo muerto.
Se implantó la costumbre,
del amor enemiga.

Un corazón,
si libre como el viento
destila amor.
Gorrión que vive preso,
sólo llanto y dolor.

La noche oscura, 
las sábanas desiertas, 
amor herido. 
Vacío el corazón, 
lagrimas en el alma.

A los recuerdos,
se los lleva el tiempo.
¿Pero los sueños?
¿Sabes tú,quien quizás,
quien nos roba los sueños?.

W Senryus 2




Sesión de Senryus,
entre ellos hay algunos
que si son Haikus.
Creo sin mucho esfuerzo
se pueden distinguir.

Si soy un Senryu
¿el porqué tanto empeño?
.en llamarme Haiku.

¿Haikus en foro?
Senryus son casi todos,
Haikus muy pocos.

Hojas caídas,
vinieron tiempos muertos,
vejez truncada.

Desamor feo,
mariposas,ya muertas,
silencio amargo.

¡Arde pasión!
¡con besos pagaré!
¡vuela a mi amor!

Anoche fiesta,
hoy sabanas pesadas,
ojos hinchados.

Baño,¡Terror!
trabajo terminado,
¡Diós!,¿y el papel?

Flor de naranjo,
vuelan nidos vacíos,
niños contentos.

Ama el volar,
pero fiel golondrina,
goza el regreso.

Cerca el verano,
brisa fresca, romero,
de amor aromas.

Hojas caídas,
los árboles desnudos,
arde la lumbre.

Oscura noche
nubes tapan la luna,
otoño gris. 

A otro no esperan,
donde vas, ¡sólo a ti!
¡pierde la prisa.

Vieja libreta,
los recuerdos afloran,
antiguas notas.

Noches de estío,
de gatos los tejados,
el sueño tarda.

Adiós a mayo,
en los pájaros llanto.
Campos desnudos.

No quedan siegas,
el invierno me acecha,
corazón frío.

Besos en flor,
el trino del jilguero,
pasea el sueño.

Blancas las sienes,
el espejo no miente,
llegó el invierno.

Haiku profundo,
alegórica imagen,
abre tu mente.

Noche de mayo,
aroma de jazmines,
hace poniente.

Marchó la nieve,
abril cerrando puertas,
mayo se acerca.

Alba de besos,
madrugada feliz,
amantes nuevos.

Verde pinar,
amarillas aliagas,
Céfiro suave.

Rotas las ramas,
los nidos en el suelo,
el piar un llanto.

Mujer y reina,
de  la natura madre,
de luz tesoro.

Que lindos haykus,
sabor a primavera,
que llena el alma.

Saca de tu alma,
los lindos sentimientos,
senryus harás.

Nada sin ti,
gota en la mar perdida,
corazón roto..

Gordo ya el grano,
ya brillan las guadañas,
Los segadores.