martes, 13 de septiembre de 2016

Retrato a la vejez De cuentos de la Gertrudis Octavas italianas







vídeo canción

Retrato a la vejez

Octavas italianas

Ya mis resecos labios como pasas
solo se mueven por algunas frentes,
ya no desbordan como los torrentes
las riadas de pasión,
de aquella juventud de rojas brasas,
dicen que el tiempo todo al fin lo cura,
la pícara edad mata la bravura
cesando la ilusión.

Estos cerros antaño bien erguidos
en cuya cima erectos sus botones
daban gozo a salidos y mirones
mirando sin pudor,
inundando las calles de silbidos.
Mis erectos botones, ¡cree amigo!
¡sirven hoy para rascarme el ombligo
borracha de furor!

Y el redondo pandero e imponente 
sobre mis bien formadas dos güayabas,
testigo de los chorros de las babas
siempre a mi alrededor.
con hombres tras de mí siempre en torrente.
Hoy pellejo vacío, ¡un colgajo! 
No parece pandero, si un pingajo
inspirando pavor.

En mi preciosa faz dos grandes fosos
enormes parecían como lagos
por ellos me cubrieron mil halagos.
Mucho orgullo sentí,
de mi par de ojos, verdes, muy hermosos,
con su brillo de luz, ¡florido mayo!
Hoy decorados con patas de gallo.
¡Pobre, pobre de mí!

El tiempo va pintándonos a modo,
la mayor de las veces el retrato
no llegará a ser de nuestro acomodo,
sin poder denunciar por desacato
tendremos que apretar muy fuerte el codo
y aguantarnos con ese caricato.

Mercedes Bou Ibáñez

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arreglos

Retrato

Octavas italianas

(intro)
Ya mis labios, como pasas,
solo se mueven por algunas frentes.
...
Ya no desbordan torrentes
de riadas de pasión,
de aquella juventud de rojas brasas.
...
Dicen que el tiempo todo lo cura.
Que la pícara edad mata la bravura...
cesando la ilusión.
...
(verso1)
Mis pechos antaño bien erguidos,
en cuya cima... erectos sus botones,
daban gozo a salidos y mirones.
hoy solo sirven...
 para rascarme el ombligo,
...

...
(verso2)
Y aquel, pandero imponente
sobre mis piernas modeladas
testigo fue, de los chorros de babas
de los hombres tras de mí...
flotando a mi alrededor.
...

Hoy es un pellejo vacío, 
¡un colgajo! 
No parece un pandero...
 parece un pingajo...
que inspira pavor.
...

(verso3)
En mi tersa cara
había dos grandes fosos,
tan grandes que parecían
como dos enormes lagos.
...
Por ellos me cubrieron
con miles de halagos.
...
Mucho orgullo sentí
de mis grandes ojos verdes, 
con su brillo de luz parecían
iluminar al florido mayo.

Y hoy esta decorados
con miles patas de gallo.
¡Ay, pobre... pobre de mí!
...

(outro)
El tiempo nos pinta a su modo
y muchas veces el retrato
no es... de nuestro acomodo.
...
Pero... no podemos 
denunciar por desacato
y tenemos que apretar muy fuerte el codo
y aguantarnos...  
aguantarnos con ese caricato.



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