Redondillas
De siempre fui hombre de mar
la tierra nunca gustóme,
pero a la vejez llegóme
el tener que claudicar.
Desde un balcón de Madrid
mis ojos al horizonte
solo divisan el monte,
¡oh mares a mí venid!
No sé, ¡qué será de mí!
¡Qué sin mi mar yo me muero!
A los nietos mucho quiero
mas muero, lejos de ti.
Tristeza de jubilados,
me privaron de mis mares,
lágrimas salen a pares
de estos mis ojos gastados.
Gastados en el soñar
soñando con las sirenas
y cantando al mar mis penas
que no eran muy de nadar.
Supe ahogarlas en vino
de las tabernas del puerto,
que siempre tuve por cierto
era su mejor destino.
Hoy solo escucho sirenas,
nada que ver con aquellas,
estas son como centellas
y del todo al mar ajenas.
Vivir en Madrid no quiero,
llevadme de nuevo al mar,
quiero volver a soñar
amarrado a mi velero.
De siempre fui hombre de mar
la tierra nunca gustóme,
pero a la vejez llegóme
el tener que claudicar.
Desde un balcón de Madrid
mis ojos al horizonte
solo divisan el monte,
¡oh mares a mí venid!
No sé, ¡qué será de mí!
¡Qué sin mi mar yo me muero!
A los nietos mucho quiero
mas muero, lejos de ti.
Tristeza de jubilados,
me privaron de mis mares,
lágrimas salen a pares
de estos mis ojos gastados.
Gastados en el soñar
soñando con las sirenas
y cantando al mar mis penas
que no eran muy de nadar.
Supe ahogarlas en vino
de las tabernas del puerto,
que siempre tuve por cierto
era su mejor destino.
Hoy solo escucho sirenas,
nada que ver con aquellas,
estas son como centellas
y del todo al mar ajenas.
Vivir en Madrid no quiero,
llevadme de nuevo al mar,
quiero volver a soñar
amarrado a mi velero.
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