A María Isabel, Soneto y décimas.

María Isabel, corazón que sueña,

el que alguien la llame poeta un día.

Se derrama en sus letras la ambrosía

que de paz a las almas nobles preña.

Con su amada Leire siempre a la greña,

peleando a golpes de poesía,

iluminando el verbo de alegría,

convirtiendo el versar, en fuego y leña.

 Haces con tus letras que alcen el vuelo

aquellos que padecen mal de amor,

con ellas ven, brillar un nuevo cielo.

Lleva tu verso a las almas calor

derrites con él, el más frío hielo.

Saben tus letras a besos en flor.

Son tus versos clamor

de flor de juventud que lucha y clama,

conseguir del mundo un nuevo mañana.

Hay en el foro una flor

deslumbrante de belleza,

alma que lleva nobleza

que brilla por su esplendor.

Eres Isabel frescor,

un manantial de alegría,

alegras el alma mía

con todo lo que publicas,

haciendo que sean ricas

las largas horas del día.

Son almas puras y bellas,

las almas de los poetas

viven sus mentes inquietas

sus palabras hacen mellas,

nos acercan las estrellas,

preñandonos de emoción

nos transmiten su pasión.

Y tú lo eres Isabel

saben tus versos a miel,

que me endulza el corazón.

Tu nombre María Isabel

me sabe a lluvia y agua fresca

y supiste prender la yesca

con versos que encienden mi piel.

Eres como el poeta aquel

que con sus letras nos dibuja

igual un fraile en la cartuja

como una pareja en el lecho,

tú siempre das el do de pecho

con ese versar que me embruja.

Gracias mil, mi linda amiga,
es tu presencia muy grata,
sabor a fresas con nata
y tu verso mi alma abriga.
No te importe que alguien diga,
quien soy o dejo de ser
lo importante es mantener
una amistad fuerte y dura,
rechazando la basura
de quien gusta malmeter.

Alegras tristes lamentos

cuando empleas tus palabras,

porque con ellas tu labras,

los cultivos de talentos.

Poeta de dulces cuentos,

olor de arena mojada,

sonidos de coros de hada,

destellos en las visiones,

estrofas con algodones

y dulces de mermelada.

Última estrofa 

de María Isabel