A una amiga Soneto y décimas

Hay brillos lúcidos entre tus cejas

corren por ellas alegres caudales, 

de un viento que lleva amor a raudales

y cantos de paz que apagan las quejas.

Observo al sol brincando entre las tejas,

espera el truhan te quites los chales,

ansioso de ver tus rasgos faciales,

harto de alumbrar las caras de viejas.

Creo que ya se cansó de pellejos

y busca frescor que alegre sus rayos

no quiere saber de cuerpos añejos.

Dice no quiere de gente con sayos

que tapan del alma lindos reflejos,

solo quiere almas que no tengan callos.

Un elocuente sentir
de tus letras siempre mana,
son cual toque de campana
que anuncia y hace fluir
el latir del alma sana
que vive dentro de ti.

Creo en ellas percibir
un toque de gran pasión
que nos alza el corazón,
alegrando la mañana
de quien lucha por vivir
sumergido en una nana.

Mucho arte y un buen hacer 
hay siempre en todas tus letras,
almas con ellas penetras
de quien te venga a leer.
Para mí ha sido un placer
el gozar de la hermosura,
del talento sin mesura
de tu mente tan genial,
son tus décimas fanal
que alumbran el alma pura.

Se ve en tus formas madera
de poeta de alta cuna,
que no tan solo a la luna
le canta desde la era.
Son tus letras rebolera
que despiertan los sentidos,
reviven los oprimidos
al contemplar la belleza
de tanta delicadeza
en tus versos atrevidos.

Hay de todo en esta liga,
de paredes hay pintores,
otros pintan muchas flores
sacando al pincel su miga.
Pero aquel que no se obliga
confunde pincel con brocha,
y hay quien pinta con panocha
rayajos en su locura,
lo necio solo se cura
arrugando bien la tocha.

Rehuyo las soledades
en donde vive esa gente
que no vive en el presente
de autenticas libertades.
Viven falsas realidades
aceptan lo que les gusta
y lo que en su mente adusta
asimilan con placer,
e intentan siempre romper
aquello que les asusta.

Y que sea esto el final
que vendrán los detractores
esos que gustan las flores
arrancarlas del portal.
Que me hice mujer cabal
y no quiero más problemas,
que ya me salen eccemas
producidas por la rabia
de ver tanta gente en Babia
que mezcla claras y yemas.