miércoles, 3 de enero de 2018

L No hay veleros en las calles de Madrid De marinero en Madrid



Recuerdos que nunca hubo
a mi memoria revienen,
que solitarios y mudos
dejan en la boca el gusto
a sal de todos los mares
que se mezclan con las nieves
de mis sienes otoñales.

Ya no sujetan mis manos
con tanta fuerza el timón,
el que guiaba mis pasos
al mundo de la ilusión,
en ese del que nos cuentan
que solo reina el amor.

Siempre el rumbo de mi bote
iba en esa dirección,
con mis sueños siempre a flote,
con mi juvenil pasión
galopando siempre al trote
y en mi pecho la emoción
de ser un nuevo Quijote
y saltar de mata en mata
cabalgando por los mares
sobre aquel bajel pirata
al que llamó Don José
por su bravura El Temido
y del cual me enamoré
hasta creer que era mío.

La sal impregnó mi piel,
me tumbaron por los suelos
las olas con su vaivén,
mis sueños mutaron duelos
y tuve que desistir,
por eso ya no hay veleros
por las calles de Madrid.

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