- vídeo canción
- Reflejo de luna
- Con un reflejo de luna
- llegó hasta mí tu sonrisa,
- fue como un soplo de brisa
- que acrecentó mi soñar.
- Desde aquel día te llevo
- en mi corazón grabado
- y aunque tú hayas olvidado
- yo nunca podré olvidar.
- Las olas se van y vienen
- al igual que los recuerdos,
- y no habrá poetas cuerdos
- que las puedan bloquear.
- Por eso, mi amor, te digo,
- que por mucho que me duela
- no he de plegar yo la vela
- que me acerque hasta tu mar.
- Aunque, si el ayer volviera
- nunca sería lo mismo,
- media entre nos un abismo
- muy difícil de salvar.
- Los años me doblegaron,
- mi pecho de miedo estalla
- al ver de frente la valla
- que no podemos saltar.
- Se nos puso cuesta arriba
- pero la fe no la pierdo,
- que siento en mi lado izquierdo
- un sentimiento brotar.
- Y veo en el horizonte
- una luz que me ilusiona
- pues el amor no abandona
- a quien le sabe aguardar.
- A mis ojos vuelve el brillo
- y una esperanza me alerta,
- que el postigo de tu puerta
- se quedó a medio cerrar.
- Y quien sabe si algún día
- decidas de nuevo abrirme,
- por eso no he de rendirme
- y otra vez vuelvo a soñar.
Pero me miento a mí misma,
sin ti, vivir ya no puedo
en los recuerdos me enredo
hasta ponerme a llorar.
Perdió el reflejo la luna
o su luz ya no me alcanza
y ya no tengo esperanza
ni fuerzas para luchar.
Berta se sentó en la orilla del mar, sus pies descalzos hundiéndose en la arena fría mientras las olas rompían suavemente a su alrededor. Cada vez que el agua regresaba al océano, traía consigo sus recuerdos, como si el mar supiera el secreto de su corazón.
Ella miró al horizonte, donde el cielo se encontraba con el agua en un abrazo distante. La luna, en su esplendor plateado, reflejaba la tristeza que pesaba en su pecho, una tristeza tan profunda que la hacía sentir que el mundo a su alrededor se desvanecía.
Aquel día en que conoció a Marcos había sido un día como ninguno. Un susurro entre las olas, una sonrisa que había encendido su alma. Su risa era un río de luz; un soplo de brisa que le recordaba que aún había magia en la vida.
Desde aquel instante decisivo, ella lo llevó inscrito en cada rincón de su ser, aunque sabía que la memoria es traicionera y, con el tiempo, uno se aleja de lo que ama. Berta sintió que su corazón se encogía con el simple pensamiento de que él podía haberla olvidado, mientras ella permanecía anclada al pasado, un barco hundido en la tormenta de la melancolía.
Las olas seguían su danza interminable, como una sinfonía trágica que tocaba las notas de su alma. Se cerró en su propio mundo de recuerdos, maldiciendo su incapacidad para dejar ir. No había poetas cuerdos que pudieran entender la tristeza que la abrumaba ni palabras que pudieran enredar la esencia de lo que había vivido con él.
El amor era un tejido frágil, y ella, un extraño en su propio corazón. A veces, se encontraba cerca del abismo que los separaba, sintiendo el terror de enfrentarse a la distancia que había crecido entre ellos como una sombra impenetrable.
Los años la habían cambiado, había aprendido a vivir con una tristeza que se volvía su compañera más fiel. Sus ojos, alguna vez brillantes con la luz del amor, ahora estaban velados por una nostalgia que la perseguía a cada instante.
Berta dejó escapar un suspiro ahogado como las olas que se desvanecían en la arena, casi deseando que el tiempo pudiera devolverle aquel instante perdido, aunque en el fondo sabía que nunca podrían ser lo mismo. Ese instante se había disuelto en un soplo de viento, llevándoselo todo como un eco lejano.
Justo cuando más pensaba en la soledad, una chispa de esperanza se encendió en su interior. Tal vez, algún día, el destino les permitiría volver a encontrarse. Su corazón latía con fuerza en su lado izquierdo, como si, a pesar de todo, un amor antiguo seguía brotando en silencio, intentando resistir.
Pero cada vez que se aferraba a esa ilusión, la realidad le respondía con una risa amarga; el postigo de su puerta seguía medio cerrado, un obstáculo que la mantenía alejada de su anhelo más profundo.
Sola en la orilla, contemplando aquel reflejo de luna que ya no la guiaba, Berta comprendió que había momentos en los que el brillo se apaga. Sin él, vivir se sentía como un laberinto sin salida; sus recuerdos la atrapaban, transformándose en la niebla que la mantenía cautiva en su propia tristeza.
La luna, aunque resplandeciente en el cielo, parecía distante y fría, como un faro que ya no iluminaba su camino. En su corazón, la esperanza se desvanecía lentamente, dejándola sin fuerzas para continuar la lucha.
Y allí, en la arena fría, dejó escapar una lágrima, un adiós silencioso a un amor que, aunque inalcanzable, había dejado huella en su ser
dejándola sin esperanzas ni fuerzas para luchar .
- Verso 1
- Con un reflejo de luna
- llegó hasta mí tu sonrisa,
- fue como un soplo de brisa
- que acrecentó mi soñar.
- Desde aquel día te llevo
- en mi corazón grabado
- y aunque tú hayas olvidado
- yo nunca podré olvidar.
Verso 2
Las olas se van y vienen
- al igual que los recuerdos,
- y no habrá poetas cuerdos
- que las puedan bloquear.
- Por eso, mi amor, te digo,
- que por mucho que me duela
- no he de plegar yo la vela
- que me acerque hasta tu mar.
Estribillo
Pero me miento a mí misma,
sin ti, vivir ya no puedo
en los recuerdos me enredo
hasta ponerme a llorar.
Perdió el reflejo la luna
o su luz ya no me alcanza
y ya no tengo esperanza
ni fuerzas para luchar.
Coros
- Aunque, si el ayer volviera
- nunca sería lo mismo,
- media entre nos un abismo
- muy difícil de salvar.
- Los años me doblegaron,
- mi pecho de miedo estalla
- al ver de frente la valla
- que no podemos saltar.
Verso 3
- Se nos puso cuesta arriba
- pero la fe no la pierdo,
- que siento en mi lado izquierdo
- un sentimiento brotar.
- Y veo en el horizonte
- una luz que me ilusiona
- pues el amor no abandona
- a quien le sabe aguardar.
- Puente
- A mis ojos vuelve el brillo
- y una esperanza me alerta,
- que el postigo de tu puerta
- se quedó a medio cerrar.
- Y quien sabe si algún día
- decidas de nuevo abrirme,
- por eso no he de rendirme
- y otra vez vuelvo a soñar.
Estribillo
Pero me miento a mí misma,
sin ti, vivir ya no puedo
en los recuerdos me enredo
hasta ponerme a llorar.
Perdió el reflejo la luna
o su luz ya no me alcanza
y ya no tengo esperanza
ni fuerzas para luchar.
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