domingo, 6 de noviembre de 2022

María




  •  Abrazado a los remos de mi barca
  • viene a mi pensamiento
  • el recuerdo agridulce de María
  • y una lágrima escapa 
  • al recordar el día,
  • que sus labios ardientes 
  • entraron al abismo de mi boca.

  • Su lengua desde allí,
  • sin pensar ni un momento en el vacío,
  • se lanzó a la garganta
  • y de mi alma se fue, de golpe el frío.

  • En mis heladas noches solitarias
  • veo en la oscuridad, 
  • flotando alrededor de mis recuerdos
  • los brazos de María
  • y siento arder el pecho,
  • al notar que se forma entre mis labios 
  • un suspiro de cruel melancolía.

  • Los alisios me acercan
  • su oloroso perfume
  • mezclado entre la brisa
  • que acaricia mi frente.

  • Un rayo silencioso, de repente
  • atraviesa veloz el firmamento
  • sin llevar de los truenos compañía
  • por no herir al silencio
  • y evitar que María,
  • se me pueda escapar del pensamiento.

  • Pero mi barca yace
  • sobre ásperos guijarros,
  • ya no juega con ella la marea
  • tan solo el viento azota
  • su roto corazón hecho pedazos.
  • Ella también recuerda 
  • los brazos de María.

  • Yo recuerdo que debo,
  • darle una mano de brea.

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