Oigo rugir el mar, en mi ventana;
susurrándo las olas en mi oído
se produce en mi alma un gran vahído,
que de llantos inunda mi mañana.
Es solo un vano sueño que desgrana
aquel sueño infantil nunca vivido,
ser marinero hubiera querer sido,
pero no llega el mar a mi manzana.
Las olas en mis sueños se amontonan
pintan mi corazón con su hermosura,
como rey las sirenas me coronan.
Su azul llena mi día de ternura,
sus aromas que nunca me abandonan,
alivian de mi alma su amargura.
Llega el llanto sin mesura,
¡Cuántos sueños de mares me perdí,
por nacer marinero en Chamberí.
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