martes, 27 de marzo de 2018

y El día que salí a buscar un hombre







Poema en estrofas distintas
una en décimas
 con endecasílabos en heroico largo,

dos octavillas italianas,
un sonetillo
y una décima en octonarios.

Busqué entre los siglos quien tuviera
razones de los hombres para darme
los siglos me dijeron; no se alarme,
el hombre al mundo vino cual quimera.
Cayó sobre sus garras como fiera
pisando con descaro la natura,
un hombre que tan solo se procura
la vida sin pensar a quien humilla,
pasando a todo quisque  por la quilla,
matando con placer y sin mesura.

No quiere saber el hombre
de Dioses y de monsergas
y mucho menos de jergas
que le impidan el gozar,
poco le importa el vecino,
ni de cielos amenaza,
a su codicia se abraza
sin importarle medrar.

No respeta en su locura
ni el río ni la montaña
y para él es alimaña
todo ser de la natura.

Su mal ya no tiene cura
no le tiembla la pestaña
por ver a que bicho daña
en su próxima aventura.

Tira sus mierdas al mar
y prendió fuego a la huerta.
Poco queda por salvar.

La esperanza ya está muerta
nada se puede esperar
de quien caga en propia puerta.


Pisa yerba y corazones, destrozados sin reparo,
matando miles de sueños, que tirará por la borda,
con la sangre derramada, al galope su ego engorda
nadie hay ya que le detenga y acabe con su descaro.
A  su Dios ya no respeta, lo ve como un bicho raro
y piensa que en el infierno, se podrá estar sin abrigo
por eso pidió al demonio; le dejase ser su amigo
y miente por el mentir, sin vergüenza ni recato,
tan solo para salir, ganador en todo trato
sin temor al desacato ni de los cielos castigo.


Cayó el planeta en sus garras,
supo hacerse amo de  todo,
cubrió los sueños de lodo
y a la esperanza mató,
nada escapa a su locura,
ya no hay Dios que le reporte,
¡tampoco parece importe!
¡En algo ese Dios falló!

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