Vídeo declamado
Juventud ansias de luz,
juventud, tierna quimera,
locas ganas de vivir,
sin miedo a la revolera
que pueda causar aquel,
que ya la ve desde fuera.
Salí un día muy temprano
en busca de la vereda,
antes que los malos vientos
la taparan con su arena,
era mi sueño el volar
por las cumbres de la sierra,
con el miedo de hacer tarde
y perder del sol la puesta,
cosas de la juventud
que con delirio se vuelca
a beber la vida a tragos
sin tiempo para la espera,
no sea que se acobarde
y el mañana nunca venga.
Bien pronto volé del nido
trazando mi propia senda,
corrí libre por las calles
del Madrid de los setenta,
siempre con la voz en grito
siempre el amor por bandera,
algún porrazo pillé
de vez en cuando en la cresta
por correr ante los grises
y otras veces viceversa,
pero silbaban mis labios
sin temor a la tormenta,
los acordes y las notas
de una canción de protesta.
Que lindo cantaba el Llach
“allò de la gallineta”
de La Estaca, ¡qué decir!
esa fue, su obra maestra
y en el Olimpia el Ibáñez
soltaba todas sus letras
para correr tras el vent
del Raimon y La Bordeta
en su viaje hacia La Itaca
donde el sueño no es quimera
y un niño al nacer ya trae
bajo el sobaco un poema.
la libertad en él dice;
no se forja con cadenas.
Lindo fue el sesenta y ocho,
de flores llenó la tierra,
los gritos de paz y amor
llegaban a las estrellas,
¡qué linda la juventud
cuando se tiene una meta!
y esa meta es el amor
que no sabe de fronteras.
Y ya otro mayo francés
nos hace falta en la tierra
para ir sembrando de flores
la oquedad de las cabezas,
que ya perdimos el norte
y el miedo otra vez acecha.
Para volver a luchar
ya no me queda metralla,
la garganta ya me falla
y me tengo que marchar.
Por las tardes iré al mar
a pasear por la playa,
de vez en cuando una "raya"
para ir olvidando a modo
que ya no hinco más el codo,
esta es mi última batalla.
locas ganas de vivir,
sin miedo a la revolera
que pueda causar aquel,
que ya la ve desde fuera.
Salí un día muy temprano
en busca de la vereda,
antes que los malos vientos
la taparan con su arena,
era mi sueño el volar
por las cumbres de la sierra,
con el miedo de hacer tarde
y perder del sol la puesta,
cosas de la juventud
que con delirio se vuelca
a beber la vida a tragos
sin tiempo para la espera,
no sea que se acobarde
y el mañana nunca venga.
Bien pronto volé del nido
trazando mi propia senda,
corrí libre por las calles
del Madrid de los setenta,
siempre con la voz en grito
siempre el amor por bandera,
algún porrazo pillé
de vez en cuando en la cresta
por correr ante los grises
y otras veces viceversa,
pero silbaban mis labios
sin temor a la tormenta,
los acordes y las notas
de una canción de protesta.
Que lindo cantaba el Llach
“allò de la gallineta”
de La Estaca, ¡qué decir!
esa fue, su obra maestra
y en el Olimpia el Ibáñez
soltaba todas sus letras
para correr tras el vent
del Raimon y La Bordeta
en su viaje hacia La Itaca
donde el sueño no es quimera
y un niño al nacer ya trae
bajo el sobaco un poema.
la libertad en él dice;
no se forja con cadenas.
Lindo fue el sesenta y ocho,
de flores llenó la tierra,
los gritos de paz y amor
llegaban a las estrellas,
¡qué linda la juventud
cuando se tiene una meta!
y esa meta es el amor
que no sabe de fronteras.
Y ya otro mayo francés
nos hace falta en la tierra
para ir sembrando de flores
la oquedad de las cabezas,
que ya perdimos el norte
y el miedo otra vez acecha.
Para volver a luchar
ya no me queda metralla,
la garganta ya me falla
y me tengo que marchar.
Por las tardes iré al mar
a pasear por la playa,
de vez en cuando una "raya"
para ir olvidando a modo
que ya no hinco más el codo,
esta es mi última batalla.
Juventud ansias de luz, juventud, tierna quimera,
locas ganas de vivir, sin miedo a la revolera
que pueda causar aquel, que ya la ve desde fuera.
Salí un día muy temprano en busca de la vereda,
antes que los malos vientos la taparan con su arena,
era mi sueño el volar por las cumbres de la sierra,
con el miedo de hacer tarde y perder del sol la puesta,
cosas de la juventud que con delirio se vuelca
a beber la vida a tragos sin tiempo para la espera,
no sea que se acobarde y el mañana nunca venga.
Bien pronto volé del nido trazando mi propia senda,
corrí libre por las calles del Madrid de los setenta,
siempre con la voz en grito siempre el amor por bandera,
algún porrazo pillé de vez en cuando en la cresta
por correr ante los grises y otras veces viceversa,
pero silbaban mis labios sin temor a la tormenta,
los acordes y las notas de una canción de protesta.
Que lindo cantaba el Llach, “allò de la gallineta”,
de La Estaca, ¡qué decir! esa fue, su obra maestra
y en el Olimpia el Ibáñez soltaba todas sus letras
para correr tras el vent del Raimon y La Bordeta,
en su viaje hacia La Itaca donde el sueño no es quimera
y un niño al nacer ya trae bajo el sobaco un poema.
la libertad en él dice; no se forja con cadenas.
Lindo fue el sesenta y ocho, de flores llenó la tierra,
los gritos de paz y amor llegaban a las estrellas,
¡qué linda la juventud cuando se tiene una meta!
y esa meta es el amor que no sabe de fronteras.
Y ya otro mayo francés nos hace falta en la tierra
para ir sembrando de flores la oquedad de las cabezas,
que ya perdimos el norte y el miedo otra vez acecha.
Para volver a luchar ya no me queda metralla,
la garganta ya me falla y me tengo que marchar.
Por las tardes iré al mar a pasear por la playa,
de vez en cuando una "raya" para ir olvidando a modo
que ya no hinco más el codo, esta es mi última batalla.
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