Vídeo declamado
Miedos espesos levantan
senderos de lunas negras,
hollados por pies de niños
que solo saben de guerras,
almas que nunca supieron
de juguetes ni de ferias,
silencios que solo entienden
de sonidos de sirenas,
anunciando que la muerte,
cabalga por sus aceras.
Mueren sin luz las farolas,
vencidas por las tinieblas,
inocentes los caminos
con todo su amor se prestan,
a ser buenos compañeros
de las almas que trasiegan
por campos llenos de sueños
que no saben de fronteras,
solo buscan el amor
que a los pobres se les niega,
ya que los pobres no tienen
a dioses que les defiendan.
¡Nadie llorará por ellos,
a nadie importa que mueran!
¡Nadie sufre por los muertos,
que son tan solo unas letras
escritas sin entusiasmo
en un recorte de prensa!
¿Hacia dónde el mundo va?
¿Por qué seguimos las huellas?
esas que llevan directo
hacia el fin de la existencia,
¿por qué nos quedamos sordos?
¡Habrá que lavar orejas!
¡Habrá que chillar al mundo
y acabe ya la sordera!
¡Qué todos somos hermanos,
savia de la misma yerba!
¡Qué somos hijos del sol
que anuncia la primavera!
¡Qué todos somos el fruto
del amor y fortaleza
de dos seres que se amaron
para engrandecer la tierra!
De rojo pintan los vientos,
de rojo las madreselvas,
rubores pueblan mi cara,
llora hasta la vergüenza
al ver gobiernos hablar
de justicia y de nobleza,
mientras los niños se mueren
sin que nadie les proteja,
¡solo nos duelen los muertos
cuando nos pillan muy cerca!
Si vemos que son de lejos,
un leve temblor de cejas
y ese ambiguo comentario;
¡En verdad, si que dan pena!
¡Pero que vamos a hacer
si no es esa nuestra guerra!
¿Quién ha escondido las llaves,
esas que cierran cancelas,
a quienes vienen pidiendo
que una mano se les tienda?
Ya ni la luna se asoma,
ya no brillan las estrellas,
hasta el lucero del alba
siente la vergüenza ajena
al ver que a nadie le importa,
si el mundo se desmantela.
Nadie llora por los muertos
que son de puertas afuera,
poco importarán sus nombres
ni tampoco cuantos sean,
algunos rezos perdidos,
a algún santo un par de velas,
¡y pare usted de contar
y siga su francachela!
¡Qué nadie llora los muertos,
que no conoce de cerca!
Poco preocupan al cielo
ni las hambres ni las guerras,
¡y nada importa esta vaina
a quien engorda con ellas¡
¡Se regocija la muerte
al ver al mundo en tinieblas!
Y va diciendo entre dientes;
¡Esto ya, se fue a la mierda!
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