A poetas latinoamericanos
Ya necesita este mundo
un cambio en la poesía,
que amanezca un nuevo día
con un sentir más profundo.
Sea el poeta un fecundo
sanador de corazones,
y alegre con sus canciones
las almas para que alumbren
y con sus versos deslumbren
a nuevas generaciones.
Soneto octonario
Que no se hizo el corazón,/ para ser pasto de ruinas,
que de nunca pudo la hiedra,/ tapar un pasado honroso,
ya resurge con vigor,/ el Quetzal por las esquinas,
que no se avergüenza el Sol / y menos por ser hermoso.
¡Deja Latinoamérica,/ déjame que yo te adore,
levanta al mundo tu voz,/ ¡deja que el mundo te admire!
Que al alejarse de ti,/ de pasión el mundo llore,
y ansiando volverte a ver,/ ¡el mundo de amor suspire!
Que quiero alcanzar mi sino,/ a la par que tu destino,
mecerte en todos los sueños/ de mi noche más tranquila,
y acompañar a tus vates,/ en este nuevo camino.
Nueva gloria quiero ver,/ reflejada en mi pupila,
letras ya de savia nueva,/ letras de amor que adivino.
¡Creced poetas, creced,/ el mundo entero os vigila!
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Ábranse nuevos caminos/ en el mundo de las letras
surquen la tierra con trinos,/ que despierten las conciencias,
sea el poeta adalid,/ alumbren plumas la tierra
y que llenen con su luz/ a esas almas que ya esperan
el consuelo de una voz/ que le cante a sus miserias,
esperando que por fin,/ alguien venga a socorrerlas.
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