Todo se paga, exista Dios o no.
Maléficos dolores me devoran,
los recuerdos conmigo se recrean,
me atacan a traición y me golpean,
silencio y soledad en mi alma moran.
Son cosas del porqué las almas lloran
y por qué las banderas ya no ondean
al pasar de los años que estropean
los rostros que de viejos nos decoran.
Triste la sensación de haber perdido
sueños de juventud por la imprudencia
de poderlos atar... no haber sabido.
Si es cierto que hay un Dios, tendrá clemencia,
si no existe hice bien haber vivido.
Pagaré con vejez mi penitencia.
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