sábado, 18 de julio de 2020

n Ayer estuve en Viznar A Federico



A la memoria de Federico
y de mi abuelo Santiago.

Ayer estuve en Viznar
y pasé por el barranco
en la zoca de un olivo
vi descansando un lagarto
y entablé conversación
solo por hablar de algo.

Yo le conté que mi abuelo
anduvo por estos pagos,
me miró fijo a la frente
y me dijo recordarlo,
a lo que yo dije ¡no!,
¿qué cuánto vive un lagarto?

Un lagarto, compañero
vive solo cinco años
pero si miras mis ojos
les notarás el cansancio
de llevar ya mucho tiempo
de guardián en el barranco,
custodiando el alma eterna
de aquel poëta inmaculado
que una oscura madrugada
subió a la gloria de un salto.

Y sí recuerdo a tu abuelo,
si recuerdo a Don Santiago
aún veo aquellos ojos
de un mirar tristón y amargo
por no hallar a Federico
y llevarlo al Campo Santo.

Todas las tardes venía,
yo le ayudaba a buscarlo,
gritaba su nombre al viento
que permanecía callado,
el viento no sabía nada
solo recordaba el rayo
que vió aquel amanecer
entre los cerros brillando.

Con lágrimas en los ojos
se marchaba Don Santiago,
diciéndome cada día;
mañana vuelvo lagarto
que seguro que lo encuentro
y le daré un gran abrazo.

Y por mis ojos corrieron
lágrimas como garbanzos,
al recordar que mi abuelo
pasó sus últimos años
con la mirada perdida
hacia las nubes buscando
el alma del gran poeta
que arrancaron de sus brazos.

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