viernes, 13 de enero de 2017

Tú nunca fuiste ni serás poeta L









Vídeo declamado

¿Quién el mejorar pretende?
¡Aprende!
¿Estudiar, la salud trunca?
¡Nunca!
¿Qué tal ser burro de palo?
¡Muy malo?

Pa'  no llevar varapalo
y dejar de ser un burro,
no me seas cazurro
y aprende... ¡Qué nunca es malo!

¡Tú nunca fuiste... ni serás poeta!

¡Tú nunca fuiste... ni serás poeta!
.
Van corazones desiertos
por vacías callejuelas,
vacíos de pensamientos
vagando por las estrellas
por estos huertos sembrados
de egoísmo y vanidad,
desamores, soledades,
mal entendida amistad,
con fingidas alegrías,
¡un te doy si tú me das!
.
Almas que tan solo ansían,
un viento para volar
llevando en sus equipajes
un tintero y una pluma
y una maleta sin alas
cargada de soledad
y sueños que ya están muertos
antes de poder andar.
.
Y estoy pensando que; cuando...
el alma ya se oscurezca
y el corazón se dirija
hacia el borde de la nada,
antes de que la carcoma
destructora de los tiempos
se apodere de mi alma 
y con furor la devore,
me tendré que abrir el paso
hasta la oculta caverna
en donde dejé guardado
el manto de la locura,
a él le confiaré mi andar,
será mi luz y mi guía
la que marcará el camino,
guiando los últimos pasos
del gris final de una vida
ya caducada y oscura.
.
Cuando el tedio labre
su infecundo nido
y sobre mí vengan
fríos desengaños
de la sorda lucha
con la dura vida,
colgaré mis sueños
en el viejo sauce
y que seque el viento
pasadas congojas,
que fui acumulando
por fiar de los sueños.
.
Y cuando se llegue la Muerte
voceando hasta mi cancela,
no echéis las campanas al vuelo,
entre cuatro tomad mi cuerpo
y llevadlo hasta las montañas,
alguien de él sacará provecho,
seré alimento de alimañas
y de los buitres el contento.
.
Mientras pensaba todas estas cosas
notaba resonando por la mente
un murmullo interior: pobre infeliz!
Eres una engreída prepotente.
.
Sí, ¡qué infeliz! poeta... me creía,
¡triste, mi vanidosa, necedad!
Y mis versos, leía y releía,
¡crecía en orgullosa vanidad!
Hasta que comencé a ver un día
a los grandes poetas del lugar,
creedlo, se me fue la tontería
y aquellas ansias locas de editar.
.
Entonces comprendí, que soy;
Juntaletras... de medio pelo
con afanes de vana gloria
en lucha por hallar un cielo
en donde guardar la memoria
de estos versos que no alzan vuelo
ni tendrán un hueco en la historia.
.
Y esa voz interior,
aguardentosa y tétrica me dice;
¡Ay, pobre Merceditas!
Con mucho amor escribes y suspiras
dejando en el papel tus sentimientos,
pintando las bellezas de los vientos,
unas veces aciertas,
y otras ¡ay, pobres letras!
Las tiras sin pudor para los perros.
.
Frescos en tu corazón
flotan latidos de amor
que de tu alma tierna brotan,
de esa tu alma tan serena
que sueña con ser poeta
y llegar hasta la gloria.
.
Mas como la guitarra,
aquella del mesón de los caminos,
aunque pongas tu empeño y tu tesón
será tiempo perdido,
será una hueca ilusión,
una falsa quimera...
¡Tú nunca fuiste... ni serás poeta!
.
.
Poeta
.
El poeta es un ente que vive asomado 
a la  ventana abierta del mundo 
que ve  reflejado a su alrededor; 
va tomando conciencia de las sensaciones y reflejos 
que se van formando en su alma 
y convierte esas sensaciones en sentimientos 
y esos sentimientos en letras
que transmite con su pluma al papel,
quien sepa encontrar ese reflejo entre sus versos, 
accederá al espacio íntimo del ser. 
Los versos  podrán lograr 
que esa experiencia llegue a ser compartida por los lectores. 
Pero nunca será una  garantía que algo vaya a cambiar 
en el espíritu de estos.
.
Y cumplir con tu misión de poeta es escribir nombrando
 lo innombrable, denunciar abusos y engaños, 
tomar partido, iniciando en quienes te leen, 
un pensamiento que les lleve a dar una nueva forma 
al mundo e impedir que se duerma en los falsos laureles 
de esta esperpéntica sociedad.
.
Poesía es el mar cuando se esconde el sol en su horizonte.
Poesía es la brisa que acaricia el rostro.
Poesía es la ansiedad que nos invade 
cuando esperamos al ser amado.
Poesía es sentir en tus ojos la primera luz del alba.
Poesía eres tú mujer, con esa tu alma tan transparente 
y de pureza franca.
Poesía es....y son muchas cosas más, 
pero para expresar su grandeza, 
faltan en la voz palabras.
.
De orates la poesía,
dulce mal que no se cura,
no existiría el Tenorio,
Quijotes tampoco habría,
sin la pizca de locura,
¡del poeta su abalorio!
.
Cuando la escritura es capaz 
de ir pintando imágenes en la mente del lector, 
tal cual va leyendo, 
deja de ser escritura para transformarse en magia. 
Debe ser el escritor un mago 
para que sus letras dibujen en el viento 
las imágenes que guarda en su chistera. 
Eso es poesía.
.
Nadie será poeta, 
si tan solo otea el horizonte 
con los ojos de la cara.
Nadie será poeta, 
si no se cayó algún día 
en la marmita 
donde se cuece el delirio.
Nadie será poeta,
si no hace suyos
los sentimientos 
que arrastra el viento.
Nadie será poeta, 
si nunca libró, 
batallas contra el amor.
.
Que bello a veces el silencio para crear poesía, 
cuan necesario se nos hace 
para poder escuchar la voz interior 
que estando él se asoma por una esquinita del alma.
Yo lo adoro, pero no me permite llamarlo, 
aparece cuando el quiere, si lo llamo yo desaparece.
.
No siempre es mala amiga la Soledad 
a veces ella y su amigo el Silencio 
nos enseñan nuevos caminos a seguir.
.
Mercedes Bou Ibáñez


En las polvorientas calles de un pueblo olvidado, donde las sombras de los sueños se mezclaban con la rutina, vivía una mujer llamada Merceditas. Con el alma cargada de sentimientos, pasaba sus días llenando cuadernos con versos y rimas, anhelando la grandeza de ser una poeta. Su corazón era un paisaje en flor, lleno de anhelos, pero su mente, un laberinto de dudas y temores que no la dejaban avanzar.

Un día, mientras paseaba por las angostas callejuelas, Merceditas se encontró a sí misma sumida en pensamientos oscuros. Se preguntaba: “¿Quién el mejorar pretende? ¡Aprende!”. La voz de su conciencia resonaba en su mente, recordándole que no debía truncar su salud ni sucumbir a ser un “burro de palo”, ese ser pasivo que sólo absorbía sin dar nada a cambio. Pero la realidad era dura. En su búsqueda de la poesía, enfrentaba un mundo repleto de egoísmo y vanidad, donde los corazones vagaban desiertos, añorando auténticos pensamientos.

En los huertos de su alma se sembraban desamores y soledades, y en los rincones vacíos de sus días florecían amistades mal entendidas. Merceditas anhelaba volar lejos, cargar con un tintero y una pluma, escapando de su soledad y recordando sueños que parecían haber muerto antes de nacer. Pero una sensación de agotamiento empezó a calar en su ser. Como un nido infecundo, el tedio se asentaba sobre sus hombros, y era todo un desafío lidiar con los fríos desengaños de la vida.

“Me tendré que abrir el paso”, pensó, “hasta la oculta caverna donde dejé guardado el manto de la locura.” Sabía que debía recurrir a su locura para iluminar el sendero, guiando los últimos pasos de una vida que se sentía cada vez más oscura. Los sueños que un día la inspiraron se habían marchado, y los ecos de la muerte ya resonaban cerca, listos para llamarla.

Mientras se sumía en estas reflexiones, una voz interior, burlona y aguda, le susurraba: “¡Pobre infeliz! Eres una engreída prepotente”. Merceditas, apenada por esta revelación, se dio cuenta de que había caído en un trampa de vanidad, percibiendo que sus versos eran solo un intento fallido de alcanzar la gloria. Con el corazón apesadumbrado, comprendió que no era más que “juntaletras de medio pelo”, un alma errante en su búsqueda de reconocimiento.

Y así, Merceditas se vio frente a un desolador espejo que reflejaba la cruda verdad: “¡Tú nunca fuiste... ni serás poeta!”. Las líneas de sus cuadernos, aunque llenas de pasión, carecían del vuelo que ella tanto anhelaba. Aun así, en lo más profundo de su ser, flotaban latidos de amor, y su alma seguía soñando con ser poeta, pintando con palabras las bellezas del mundo.

En su camino hacia la aceptación, Merceditas decidió colgar sus sueños en el viejo sauce, dejando que el viento se llevara las lágrimas por aquellos días de gloria nunca alcanzada. Y aunque sabía que su destino final se acercaba, aguardó con valentía al silencio que vendría, confiando en que sus palabras, aunque no resonaran en la historia, seguirían viviendo en su corazón.

Aunque la muerte llamara a su puerta, Merceditas se despidió con dignidad. Porque, al final, aprendió que lo importante no era ser recordada como una gran poeta, sino haber vivido intensamente, con el fervor de quien deja su alma en cada verso.





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