jueves, 19 de enero de 2017

L De poemas con Ángel El Rey de Texas, folletin gitano. Ángel Blasco y M B Ibáñez



De mis poemas con Ángel Blasco

Está cansando el Rey de Texas,
del mundo de los blancos.
Ya llega la policía y los bomberos
a recibir con laureles al rey de texas,
a su ventana.

Trajó mariposas en la garganta
por un jornal robado.
entró por la puerta del piso,
haciendo equilibrio entre las palmas,
para poner el Rey,
su amarga queja en el canto.

Da el Rey al fuego unas monedas
que se funden como la noche con las estrellas.
Entre los rotos palets bailan los gitanos de texas,
antes de acabar las tablas en el fuego.

Olvidando el Rey,
que al levantar las sábanas esa mañana,
estaban llenas de escarcha,
y tenía la cintura estrangulada.
¡Ay, Rey de Texas! 
Que no tienes carro, cabra, ni monte,
ni te ampara la ley.

Eres Rey de un jornal robado como el blanco.
Y la luna está oculta de tu mirada,
tras las luces amarillas de las farolas
que dejan el cielo negro como los pozos y los calabozos.
“¡Ay, Rey de texas!
¿ A qué tanto progreso, tanto piso del estado?
¿ A qué tanta escuela, tanta educación?
Si de las paredes baja hielo
de un planeta sin nombre”.

Le están diciendo las cosas
que tienen atrapado al Rey de Texas
mientras arde la casa
y todo vuela libre por el aire,
entre la indiferencia y malicia de la gente 
que pasa y mira a su Rey.

Ángel Blasco

II

Corren los caracoles
por las rojas paredes de barro,
cucarachas en desbandada
se dirigen hacia el norte
a buscar la brisa fresca
del barrio del Carbonaire.

Desde lo alto del Pipa 
al otro lado del Belcaire
mirando con ojos de sapo,
grita Diogenes desdentado;
¡fuego! ¡Fuego, 
se esta quemando el poblado!

Huyen por patas las retamas 
recogiendo en su marcha los tomillos, 
dejando atrás las aliagas,
ya cruza el fuego los puentes,
San José tiembla en las grutas,
las barcas cueva hacia dentro
buscan alivio en las aguas.

En una curva del silencio
gritan los gitanos chicos;
¡arde Texas “aguelo” arde Texas “aguelo”
llama al rey de los gitanos,
se está quemando su pueblo!

Quizás no vuelvan jamás
aquellas oscuras golondrinas,
que marcharon buscando el sur
para guiar las pateras
a estos prados de ilusión,
donde se visten los sueños
con un traje de lunares
rasgado por los espinos
de alambradas cerebrales
que desgarran los sentidos.
Pero si volverán Ángel
alguna mañana de abril
a cantar los ruiseñores 
apoyando las patitas
en la mira de un fusil.
¡Estos si volverán!

Mercedes Bou Ibáñez


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