domingo, 23 de febrero de 2020

Tú... Toda tú Madrigales Bou



Madrigales Bou en quintillas
Estrofas de 5 versos
de 7-11-7-11 y 5
rimando 3º con 5º en consonante,
no pudiendo rimar ninguno de los otros
ni en consonante ni en asonante.

Tú... Toda tú

Tus ojos son mi amor
la luz a mi camino tan precisa,
ese faro que busco.
Sin ellos en la negra oscuridad
de horror me ofusco.

Tu cintura el timón
que a mi velero guía hasta ese puerto
donde se halla el tesoro.
Ese cofre que todo hombre desea
antes que al oro.

Tus manos le dan vida,
a mi piel, cuando lentas me recorren,
con tembloroso arrullo.
Y algo dentro de mí, viene y me dice;
¡Qué ya soy tuyo!

Tu melodiosa voz
me eleva al infinito con su tono
de celestial sonido,
que a mi alma la apasiona y adormece,
como éter fluido.

Tu boca es el maná
para sobrevivir en el destierro
de tantas noches largas,
llenas de soledad y negras brumas,
bastante amargas.

Tu vientre una laguna
en donde amarraré mi fiel velero
con su ancla bien prendida
en esa húmeda gruta de los fluidos;
¡Qué dan la vida!

Tu cuerpo ardiente playa,
esa que todo náufrago desea
pudiendo enloquecer,
así como yo sueño, entre tus pechos
amanecer.

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Madrigales Bou en sextillas
Estrofas de 6 versos
de 7-11-7-11-5 y 11 sílabas
1º y 2º libres sin asonar con los otros
3º , 5º,4º y 6º en rima consonante
sin asonar entre ellos.

Toda tú

Tus ojos son mi amor
la luz a mi camino tan precisa,
ese faro que busco.
Sin ellos en la negra oscuridad
de horror me ofusco
muy perdida en la oscura soledad.

Tu cintura el timón
que a mi velero guía hasta ese puerto
donde se halla el tesoro.
Ese cofre que todo hombre desea
antes que al oro
y por él mucha guerra a diario crea.

Tus manos le dan vida,
a mi piel, cuando lentas me recorren,
con tembloroso arrullo.
Y algo dentro de mí, me grita fuerte;
¡Qué ya soy tuyo!
Qué siempre te amaré... hasta la muerte.

Tu melodiosa voz
me eleva al infinito con su tono
de celestial sonido,
que a mi alma reconforta y la adormece
como éter fluido
que a los aciagos sueños desvanece.

Tu boca es el maná
para sobrevivir en el destierro
de tantas noches largas,
llenas de soledad y negras brumas,
bastante amargas
en que tiemblan mi amor hasta la plumas.

Tu vientre una laguna
en donde amarraré mi fiel velero
con su ancla bien prendida
en esa húmeda gruta de los fluidos;
Qué dan la vida
al oír de tu boca los gemidos.

Tu cuerpo ardiente playa,
esa que todo náufrago desea
pudiendo enloquecer,
así como yo sueño, entre tu pecho
amanecer,
abrazados amor... mirando al techo.

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