jueves, 25 de abril de 2019

La niña y el jilguero Romance





Por la orillita del río
baja una linda mozuela,
luciendo sobre los hombros
sus hebras de hilo de seda,
los rayos del sol envidian
el dorado de sus trenzas
y las ranas de la charca
cuchichean entre ellas
al ir viendo el contoneo
que mana de sus caderas.

Baja la moza cantando,
su gitanico la espera,
ansiosa está ya por ver
su cara color canela
y poner sobre sus labios
dos besos sabor a fresa
para sellar ese amor
a la luz de las estrellas.

A escondidas han de verse
porque no es gitana ella
y no gustan los gitanos
para su raza la mezcla
que siguen antiguas leyes
de ancestros de lunas viejas.

Una lágrima resbala
por su cutis de azucena
y no entiende la chiquilla
que al amor le pongan pegas.

Al pasar por un rosal
un jilguero se le acerca
susurrandole al oído 
con su trino una conseja;

¡Ay, mi niña no me llores!
Saca de ti la tristeza
y no me sufras por nada
que el amor tiene más fuerza
que todos los hombres juntos
con las leyes de la tierra
y debe haber un buen Dios
que ilumine las cabezas
sacando la oscuridad,
espantando las tinieblas
dando así paso a la luz
que ilumine mentes densas.

Que al amor nada le importan
las leyes ni las monsergas
y ha de salir siempre airoso
cuando dos almas se sueñan.

Y ya sonríe la niña
al oír estas consejas,
su cara de porcelana
ya luce dos rosas frescas
que brillan bajo la luna
que ríe al verla contenta.

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