domingo, 10 de marzo de 2019

Romance de noche larga





Lunas de charol acechan
los sueños de madrugada,
ocultas tras el desmonte,
cuando el rocío se levanta
con los ojos empañados
para dar paso a la escarcha.

En las ascuas de la lumbre
hay un brillo de navajas,
muy quietas bajo la higuera
yacen mudas las guitarras.

Aúlla el lobo en la sierra,
presagia una noche larga,
esquirlas de llanto brotan
de enronquecidas gargantas,
los gitanos hacen corro
alrededor del patriarca.

Van a juzgar al Liborio
el más chico de la Paca,
por andar en amoríos
con una mozuela paya.
Que no es de ser buen gitano
mezclarse con otra raza.

Los lagartos cuchichean
tras un matojo de jaras,
se dicen: ¿Cómo es posible
que al amor le pongan trabas?

El amor debe ser libre,
(dice una vieja lagarta)
y nadie debe juzgar
al amor cuando se lanza.

Al oír estas razones
de lagartos y lagartas,
pensando en lo que han dicho
se pone en pie el patriarca;

Escúchenme gitanicos
y guarden ya las navajas,
que ya es hora de cambiar
las leyes de antigua manda,
contra el amor no se puede
poner frenos ni mandangas.

El Liborio se persigna
y se va dando las gracias.
Deme usted su bendición
que yo le prometo papa
el seguir siendo gitano,
que mi amor por esa paya
no impide a mi corazón
el gran amor por mi raza.

Se oyó al Eco suspirar 
escondido tras las zarzas.
Dentro de las faltriqueras
las tijeras ya descansan,
agradecidas al ver
que no fue una noche larga,
que se impuso la razón
haciendo del amor gala.

Y alrededor de la higuera
ya rasguean las guitarras,
repican las castañuelas,
ya no brillan las navajas,
los lagartos se sonríen,
ganó el amor la batalla
ante unas leyes caducas
que no conducen a nada,
que nada pinta la sangre
en las cuestiones del alma.

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