En mi otoño la pasión reverdece,
pido a la vida que la muerte aplace,
en mis sienes la nieve se deshace
al brote del amor que resplandece,
El corazón feliz de nuevo crece,
se marchan las penas y el cuerpo yace
en aroma de paz que satisface
al alma cuando nada la entristece.
El esfuerzo por amar, nunca ceja,
sin amor la existencia es reducida,
sigamos siempre del amor conseja.
Al amor entrego, el alma rendida,
para no llorar al hacerme vieja
por no haber sabido, gozar la vida.
Deja que amor decida,
deja que convierta en dicha la pena,
que Dios por amar a nadie condena.
pido a la vida que la muerte aplace,
en mis sienes la nieve se deshace
al brote del amor que resplandece,
El corazón feliz de nuevo crece,
se marchan las penas y el cuerpo yace
en aroma de paz que satisface
al alma cuando nada la entristece.
El esfuerzo por amar, nunca ceja,
sin amor la existencia es reducida,
sigamos siempre del amor conseja.
Al amor entrego, el alma rendida,
para no llorar al hacerme vieja
por no haber sabido, gozar la vida.
Deja que amor decida,
deja que convierta en dicha la pena,
que Dios por amar a nadie condena.
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