Silencio espeso que alumbra
esa soledad latente
que invade los pensamientos
de todo humano que sueña
esos mundos que unos dicen
que florecen en los sueños,
de las almas que no rinden
a la ilusión de volar.
Esos mundos que si existen
tienen cerrada la puerta
a corazones que nunca
aprendieron a soñar.
Esos mundos que de niños
pintamos color de rosa
y que al pasar de los años
dejamos en el rincón
donde se pudren los sueños,
que murieron sin saber,
que con libertad tan solo
se puede alcanzar la paz.
Esos mundos que perdimos
al no poder encontrar
la llave para la puerta,
esa que abre los cerrojos
de caminos que conducen
a ese mundo donde viven
las almas libres que quieren
ir sembrando por la tierra
las semillas del amor.
¡Qué todos somos hermanos,
con derecho al mismo pan!
¡Qué nadie tiene el porqué
decir; ¡Qué la tierra es mía!
Y así quitarle al vecino
ese placer tan sagrado
de recorrer al galope
por todo lo ancho de un mundo
que de nadie es propiedad.
¡Busquemos todos la llave,
que abrirá los corazones
al principio de equidad!
¡Qué todos somos hermanos!
¡Del mismo barro salidos!
Acaben ya los silencios,
encuentre la paz el mundo,
con el amor por bandera
y su emblema la bondad.
¡Despierten ya corazones
y que vuestro grito salve
a toda el alma que sufre
por falta de humanidad!
No hay comentarios:
Publicar un comentario