- Construyendo sonetos
- Componer un soneto es muy sencillo
- solo debes seguir esta receta,
- hacer catorce versos es la meta
- y que al leer no chillen como un grillo.
- Aquí para rimar pongo un ladrillo
- y con este usaré la picoleta,
- este lo alisaré con la maceta
- y ya casi lo tengo en el bolsillo.
- Intenta que la letra sea fluida
- procurando que tenga fundamento
- para que no rechine, el ritmo cuida.
- Esto se logrará con un acento
- que pondrás en la sílaba medida,
- en eso si tendrás, que estar atento.
- Y termino este cuento
- con tres versos llamados estrambote
- que no hace falta incluirlos en el lote.
- Catorce versos, son para un soneto,
- los acentos de ritmo le pondréis,
- mínimo uno en la diez y otro en la seis,
- y con esto tenemos, ya un cuarteto.
- Fijaros en las rimas que le meto,
- en los cuartetos van, como bien veis,
- siempre en ABBA las rimas que gastéis,
- y ya nos vamos al primer terceto.
- Ahora en los tercetos otra rima
- y para conseguir que suenen bien
- de los cuartetos nunca, sea prima.
- Si los haces así, quedan fetén,
- con este verso casi que se ultima,
- apaga el fuego y friega la sartén.
- Puedes hacer también
- décimas, octavillas y quintetos,
- que hay vida, más allá de los sonetos
- Romance
- A José Hernández
- poeta uruguayo.
- .
- Amaneció gris el día,
- están de luto las letras,
- de fiesta visten los cielos.
- San Pedro anuncia a trompeta
- que vistan todos de largo
- y engalanen las veredas,
- que ha llegado hasta la gloria
- del amor su gran lumbrera.
- .
- Hoy me enteré que te fuiste,
- y tuve que arquear con fuerza,
- los arcos de mis pestañas,
- para impedir que salieran
- a chorro mares de lágrimas,
- pero no pude con ellas
- no las pude contener
- y brotaron bien espesas,
- corriendo a la desbandada
- desbocadas de tristeza,
- fueron corriendo a buscar
- el alivio con tus letras
- y así apaciguar el duelo
- con la miel de tus poemas.
- .
- No sé que decir amigo;
- que ya tan solo me queda
- recordar con ilusión
- tu sueño de pluma inquieta
- y mirando hacia los cielos
- veo que una hermosa estrella
- esa, la del brillo intenso,
- esa con puntas de flecha
- lleva grabado con fuego;
- en el brillo de su estela,
- tu nombre, amigo, tu nombre,
- tu nombre de gran poeta,
- tu nombre; José Hernández,
- que brilló al lado de Delia,
- .
- Te consintió la ochava,
- la luz del almacén y las estrellas,
- “las calles y las lunas suburbanas”,
- el guapo y la ramera.
- El conventillo te prestó las notas
- del tano que lloraba en canzonetas,
- del gallego que entonaba morriñas
- en tristes habaneras.
- Deambulaste las calles de adoquines,
- te enredaste a los hierros de una reja,
- trajinaste arrabales:
- transeúnte de noches y bohemia.
- Te llamaron plebeyo
- por hijo del burdel y las tabernas
- parido en los suburbios,
- arrullado entre vahos de ginebra
- por el canto de sombras y aguardiente
- y ausencias de Malena.
- Al fin te provocaron las distancias
- y triunfaste en veladas europeas.
- El compás dos por cuatro
- impuso su cadencia.
- En un abrazo de pernó y champán
- se fundieron malvón y lentejuelas,
- el barrio con el centro,
- el percal y la seda.
- El clavel de Madrid
- y los cercos de humildes madreselvas.
- En la esquina de grandes baldosones
- la luna de Pompeya
- abrazada al farol
- se espeja en la vereda.
- Mientras un bandoneón
- bosteza entre redondas y corcheas
- el recuerdo de Arolas
- y una loca quimera.
- En la voz de Gardel
- retornan los fantasmas de una pena
- y en sensual firulete
- se enlaza una pareja.
- Envuelto en los sonidos de la noche,
- en parla y confidencias
- el tango, fiel reflejo de la vida,
- ama, goza, llora, sueña…
- Su melodía herida de arrabales
- se quiebra en la garganta de Azucena.
- . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- DELIA E. FERNANDEZ CABO DE HERNANDEZ.
- (PRIMER PREMIO “UNIVERSO DE TANGOS”.
- BUENOS AIRES.- ARGENTINA)
- Tu banda
- A veces nos cuestionamos,
- quienes somos y do vamos,
- y aunque rasquemos la testa,
- nunca hallamos la respuesta
- a cuestión tan baladí.
- Con lo fácil que es vivir
- sin sofocarse por nada,
- y seguir a la manada
- para poder subsistir.
- Pues quien sale del redil
- es visto con malos ojos
- y vivirá en los rastrojos
- de una existencia infeliz.
- Si quieres vivir en paz
- tu sigue tras de quien manda
- si ves que no eres capaz
- de formar tu propia banda.