viernes, 10 de enero de 2020

La Libertad









La Libertad

Cuando logre disfrazar/ la pena que me acongoja,
cuando pueda desterrar mis sueños hasta el olvido,
cuando consiga olvidar que pude ser y no he sido
y cuando logre matar a ese recuerdo cansino
que me impide respirar... 
seré libre.

En el lejano horizonte se divisa una carrasca
cabalgando sobre un cerro,  a su lado corre un hombre
llevando sobre su espalda  un zurrón de cuero negro.
Hierve la sangre en sus venas, vaga perdido en el tiempo,
plátanos sin gabardina gimotean en la sierra,
lágrimas de regomello chorrean por sus mejillas.

Mientras corre el hombre grita, con quejido lastimero,
diciendo que va en la busca  de la libertad perdida,
van sus ojos desde el suelo,  hasta el monte del Parnaso.
Quiere, si puede encontrarla, guardársela en el zurrón
y mantenerla bien lejos, de buitres de lenguas largas,
esos que gritan amor, pero matan la esperanza.

Y se la encontró tendida, llorando bajo una higuera,
la consolaba un macaco, primo de la mona Chita.
A mí me dio mucha pena  al ver a los dos llorando.
Vente, Libertad, conmigo, pude oír que le decía,
y en mi zurrón estarás, a salvo de tantos pillos
que quieren verte perdida, para así poder medrar.

De repente se oyó un tiro  y el hombre patas arriba
sobre la yerba cayó, la amapola dio un respingo,
el trigo perdió la espiga  y el cielo mudó el color.
La Libertad no es pa'l pobre, lanzó el pistolero un grito,
téngalo siempre bien claro  y que nadie se me asombre,
que la Libertad, señor... sólo la disfruta el rico.

Será esclavo siempre el pobre, del sudor y del trabajo,
por mucho que le prometan, esos que dicen que vote
para conseguir su escaño y seguir con sus prebendas...


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