Va el mendigo y su miseria
siempre mirando hacia el suelo,
dando tumbos por la feria
siempre en actitud de duelo.
Un saco roto en el lomo
en el que guarda sus penas.
Suenan sus andares como
llanto y crujir de cadenas.
Mal se le portó la vida,
nunca le dio su ternura,
nunca le soltó la brida,
siempre fue su vida oscura.
Su mirada siempre seria
ya no confía en el cielo,
no sueña ni por asomo
con noches de lunas llenas.
Sabe ya desde hace tiempo
que su alma ya esta rendida
y contra los cielos jura
al ver su vida vencida.
Tuvo la niñez muy dura
y una juventud perdida,
mas faltó sangre en sus venas
y en los pies le sobró plomo
para alzar un día el vuelo
y escapar de la miseria,
para salirse del lodo
donde su vida se anega.
Y a veces piensa en silencio
que muchas veces la vida
no es la culpable de todo,
que a nadie arrastra a la fuerza,
muchos llegan donde están
por culpa de su pereza.
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