miércoles, 7 de febrero de 2018

Dignidad ante todo Sátira




Ante todo he de aclarar
que nunca fui mujer de flores,
de escuelas más bien muy poco,
pero, gustaba escuchar
a todos esos señores
que saben largar el moco
hablando con seriedad
y no a esos zascandiles
que juzgan sin preguntar
presumiendo de Quijotes,
de caballeros templarios 
o vaya a saber usted
de que vana mezquindad

A decir me vinieron
que no debería escribir
en libros de mi autoría 
poemas que yo escribí
con amigos en medianía
respetando sus nombres
así como su autoría
y por supuesto permiso
para obrar "tal felonía".

Para pensar de ese modo
hay que ser tonto del culo,
tanto quien lo asomó
como quien siguió ese bulo,
¡qué pena, quien no aprobó
ni primero de garrulo!

Esta noticia me dieron
estando en el hospital,
al ver tanto gilipollas
casi de golpe curé
y de paso recordé
el dicho aquel de mi abuelo:
Lo malo no es ser idiota
es el no querer luchar
para sentar la pelota
si no la sienta la edad.

Nada o poco estudié,
con lo que sé bien me apaño,
 no envidio nada de aquel
que no sabe ni un carajo,
pero, presume de Juez
sin saber ni la del galgo.

Muchas cosas aprendí,
otras me las inventé,
 a poco creciendo fui,
y dándome cuenta qué;
para poder ser feliz,
no te dejes engañar
ni tengas por que mentir
ni juegues a decidir
acciones de los demás 
por lo que oyeras decir.

Cuando me siento alabar
sé que algo buscan de mí,
de halagos no quiero oír,
ni siquiera un susurrar
que suelen dar malos pagos
si no los devuelvo al fin.

Recuerdo a mi tía Rosa
que halagaba las gallinas,
les decía, con esmero;
estás rolliza y hermosa,
pero eso era una pamplina
para meterla al puchero.

Con la verdad por delante
cabes en cualquier lugar,
tan solo te harán desplante
aquellos cuatro tunantes
que viven del figurar
y en el fondo envidiaran
ese  porte y ese talante
que marca tu dignidad.       
                                  
Si halagases de vez en cuando al gobernador; decía un magistrado a Diógenes, no tendrías que comer lentejas todos los días. Si supieses vivir, contestó Diógenes, comiendo lentejas todos los días, no tendrías que alabar nunca al gobernador .



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