Sentadas tengo en el bar
dos mujeres a mi lado,
y me da por recordar,
que eso era un gran pecado,
o algo para criticar
en un cercano pasado.
¡Cuánto sufrió la mujer!
¡Cuántos los sueños perdidos!
¡Cuántos mares inundó
ese llanto de impotencia,
que a solas frente al espejo
luchaba por no llorar!
El silencio su enemigo,
obligándola a callar,
el miedo sobre sus ojos,
en el alma soledad,
con un grito en su garganta
pugnando por estallar.
Siempre pendientes del macho
dueño de su libertad.
Esclavas siempre de un mundo
que no supo valorar
que ser mujer es más grande
que la inmensidad del mar.
¡Cuánto sufrió la mujer!
¡Cuánto tuvo que callar!
¡Cuánta lágrima ahogada!
¡Cuántos sueños sin volar!
Por culpa de un mundo cruel
que no supo valorar
que la mujer es la reina;
¡Madre de la humanidad!
Por culpa de un mundo cruel
que no supo valorar
que la mujer es la reina;
¡Madre de la humanidad!
que golpea a la mujer,
poco de hombre ha de tener
y sí mucho de marrano.
Hagamos un mundo humano
y basta ya de violencia,
tome ya el hombre conciencia
que del mundo no es el rey.
¡Y sepa de buena ley
que se acabó la paciencia!
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