- Al borrico de mi abuelo,
- hoy ya viejo y sin albarda,
- le dedico estas letrillas
- que me salieron del alma.
- De joven acompañó
- a mi abuelo en su montaña,
- ahora de viejecito
- vive feliz en su cuadra.
- Allá en lo alto de la cumbre,
- cuando el viento más aullaba,
- llevaba el burro a mi abuelo,
- en su lomo a la cabaña.
- Hoy es viejo y cabezota,
- pero me deja montarle
- y erguido sobre su lomo
- soy un caballero andante.
- A cabezón y tozudo,
- nadie, seguro, le gana,
- pero a mí me quiere mucho
- porque acaricio su espalda.
- Y me deja que lo monte
- cuando a mí me da la gana.
- para salir de paseo
- alrededor de la granja.
- Sabe que lo quiero mucho,
- aunque no se lo merezca,
- porque como es tan reburro
- a veces me desespera.
- Pero él, lo sabe y sin duda
- es él mi mejor amigo,
- porque siempre está dispuesto
- cuando más lo necesito.
- Muchas gracias, Federico
- por alegrar cada día,
- la infancia de este chiquillo
- que te admira por pollino.
sábado, 30 de julio de 2022
El borrico de mi abuelo
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