- Un ocho de marzo...
- .
- La muerte madrugó, llegó temprano,
- todavía el lucero legañoso
- no tenía ese brillo luminoso
- que anuncia la alborada por el llano.
- .
- Las nubes se cogieron de la mano,
- el día amenazaba ser lluvioso,
- sobrevino un silencio embarazoso
- al escuchar un trueno muy cercano.
- .
- Me quedé ante la muerte derrotada
- y de nada sirvió mi alma de acero
- al contemplar tu cara demacrada.
- .
- Grita mi corazón con desespero,
- mientras dirijo al cielo la mirada;
- ¡Una respuesta Dios, tan solo quiero!
- .
- Nunca debiera una madre
- a sus hijos enterrar,
- tan solo espero que un día,
- si existe un Dios de verdad
- tenga una buena respuesta
- y me lo pueda explicar.
Arreglos
- Un ocho de marzo...
- verso 1
- La muerte madrugó,
- llegó temprano,
- todavía el lucero legañoso
- no tenía ese brillo luminoso
- que anuncia la alborada por el llano.
- Estribillo.
- Nunca debiera una madre
- a sus hijos enterrar,
- tan solo espero que un día,
- si existe un Dios de verdad
- tenga una buena respuesta
- y me lo pueda explicar.
verso 2
Las nubes se cogieron de la mano,
- el día amenazaba ser lluvioso,
- sobrevino un silencio embarazoso
- al escuchar un trueno muy cercano.
coro
- Me quedé ante la muerte derrotada
- y de nada sirvió mi alma de acero
- al contemplar tu cara demacrada.
- puente
- Grita mi corazón con desespero,
- mientras dirijo al cielo la mirada;
- ¡Una respuesta Dios, tan solo quiero!
- Estribillo.
- Nunca debiera una madre
- a sus hijos enterrar,
- tan solo espero que un día,
- si existe un Dios de verdad
- tenga una buena respuesta
- y me lo pueda explicar.
outro
- Grita mi corazón con desespero,
- mientras dirijo al cielo la mirada;
- ¡Una respuesta Dios, tan solo quiero!