viernes, 25 de septiembre de 2020

n ¡Si yo supiera escribir!




  •   ¡Si yo supiera escribir!

  • ¿Se sabe lo que se siente
  • o el sentir nunca se sabe?
  • En mi cabeza no cabe,
  • no da pa´ tanto mi mente.
  • No me tome por demente
  • ni se ría a costa mía,
  • creo que lo acerté, dígame,
  • si estoy en un error, sáqueme,
  • alégreme usted el día.

  • ¡Si yo supiera escribir
  • cuantas cosas os diría!
  • Quizás aprenda algún día
  • y entonces me vais a oír.
  • Tengo cosas que decir
  • y quisiera hacerlo en verso
  • muy bien pulido y bien terso,
  • mas para eso he de aprender
  • como las letras poner
  • por derecho y por reverso.

  • Veo que para triunfar
  • ya no vale cualquier cosa,
  • hay que nombrar a la rosa
  • o de amores versear.
  • Escribir sobre el penar
  • se queda bastante hosco
  • desaborío y muy tosco
  • y la moral no levanta
  • y por eso esta tunanta
  • nunca se come ni un rosco.

  • Para que te lean mucho,
  • de amores, besos y cama
  • lleven tus versos la trama,
  • aunque en letras no estés ducho.
  • ¿Por dónde estás mi flacucho?
  • Sin tu amor yo me derrito,
  • y por la noches tirito.
  • ¡Vuelve amor que ya te extraño!
  • ¡Vuelve ya, no me hagas daño
  • preciso ya de tu pito!

  • Es una idea sin más
  • pero si escribes así,
  • por los foros triunfarás,
  • sin olvidar, claro está,
  • que también has de halagar
  • a todos los que visites,
  • lo hagan bien o lo hagan mal.

martes, 22 de septiembre de 2020

p Vates de pro



Vates de pro


Presume el pobre engreído
de ser un vate molón,
aunque es tan solo un melón
presume el pobre engreído.
Es un tonto presumido
que por una disfunción,
presume el pobre engreído
de ser un vate molón.

Hay quien presume de ser
adalid de la razón,
otros filósofos son
casi sin saber leer.
¡Pero qué vamos a hacer
si la Iglesia lo permite!
Esta que aquí lo remite
siempre luchó por lo mismo;
acabar con el cinismo,
repitiendo cada día;
¡En un portal de poesía;
qué cese ya el intrusismo!

En tiempo ya muy lejano
dicen que vivió Nerón
un engreído bufón
gordo, barrigón y enano.
Aburrió al pueblo romano
con sus aires de tenor,
unos quizás por temor
alababan su cantar,
otros era por medrar
y algunos según yo creo
lo hacían por peloteo
para lograr su favor.
Quien no quiera fracasar
no cometa el mismo error.

Nunca es muy malo maestro
de política escribir,
lo malo es el presumir
de ser el único diestro.
Siendo tan solo un cabestro
que trata de cromagnón
a quien no da la razón
a esos escritos copiados
de la prensa ya atrasados
y dice que suyos son.

Pero amigo mío en fin
había alguno que hablaba
de "poetas de calcetín"
pero olvidó el tonto el haba
que también hay periodistos
que son un calabacín.

domingo, 20 de septiembre de 2020

14 Me rindo inseguridad El horizonte



  • Me rindo

  • A tu desprecio me rindo, ya no sé que más decir,
  • pero creo debes oír; que por ti, bajé del guindo.

  • Me muero por ti de amor y veo que no lo entiendes,
  • creo amor que no comprendes, que me inflamo con ardor.
  • Qué tan solo con tu olor ya mi carne se derrite
  • y busco que alguien me quite, ese picor que atormenta
  • mi mente calenturienta, que precisa, de tu envite.

  • Aspiro romper las dunas, esas que no rompe el viento
  • y me atosigan el alma, hasta robarme el aliento,
  • sin permitirme alcanzar, la raya del horizonte
  • por el que pueda escapar, buscando una nueva senda,
  • que le devuelva la fe, a esta alma mía, tan negra,
  • que ya no sabe por qué, sigue viva... y no está muerta.


  • A tu desprecio me rindo,
  • ya no sé que más decir,
  • pero creo debes oír
  • que por ti, bajé del guindo.

  • Me muero por ti de amor
  • y veo que no lo entiendes,
  • creo amor que no comprendes
  • que me inflamo con ardor.
  • Qué tan solo con tu olor
  • ya mi carne se derrite
  • y busco que alguien me quite
  • ese picor que atormenta
  • mi mente calenturienta
  • que precisa de tu envite.

  • Aspiro romper las dunas,
  • esas que no rompe el viento
  • y me atosigan el alma
  • hasta robarme el aliento,
  • sin permitirme alcanzar
  • la raya del horizonte
  • por el que pueda escapar
  • buscando una nueva senda
  • que le devuelva la fe
  • a esta alma mía tan negra
  • que ya no sabe por qué
  • sigue viva y no está muerta.
..................

Berta y Marcos caminaban por la playa, el aire salino acariciaba sus rostros y llenaba sus pulmones con un sabor a nostalgia. Habían sido inseparables desde la infancia, pero hacía tiempo que las sombras de un silencio incómodo les separaban más de lo que ellos deseaban admitir.

Berta miraba el mar con ojos perdidos, recordando momentos felices que se sentían lejanos y desdibujados. Había querido decírselo tantas veces: su cariño, su deseo, su tormento. Pero las palabras parecían desvanecerse, ahogadas por el miedo al rechazo. Esa tarde, el eco de sus pensamientos resonaba más fuerte que el rugido de las olas.

A tu desprecio me rindo, murmuró Marcos, como si leyera su mente. Se detuvo y giró hacia ella, con una tristeza palpable en su voz. Ya no sé qué más decir, pero creo que debes oírlo. Por ti, dejé mis sueños y caí en este abismo sin final.

Berta sintió que el corazón le golpeaba fuerte en el pecho. ¿Qué quieres que entienda, Marcos? Su voz temblaba mientras buscaba la manera de expresar lo que sentía. ¿Qué debo comprender de este amor que arde y que nos consume sin darnos tregua Me muero por ti, y veo que no lo entiendes.

Marcos la miró fijamente, el destello de su amor oculto brillando entre las sombras de la melancolía. Creo, amor, que mi ardor no te ha llegado. Me inflamo por ti, pero temo que tú no sientas lo mismo… Era como si unas cadenas invisibles los mantuvieran cautivos en un ciclo doloroso de inseguridad.

El aire cargado de incomunicación se volvió denso entre ellos. Solo con tu olor, mi carne se derrite, continuó él, su voz un hilo de desesperación. Pero busco a alguien que me quite estas dudas que atormentan mi mente. ¿Acaso no ves la tormenta que llevamos dentro?

Berta sintió un leve temblor de esperanza en su pecho, como si una luz pequeña comenzara a asomarse entre la penumbra. Aspiro a romper las dunas de nuestra indiferencia, confesó. Esas que el viento no puede deshacer, pero que me asfixian el alma.

Marcos extendió su mano hacia ella, la palma abierta, un puente tender hacia lo desconocido. ¿Y si escapamos de todo esto? preguntó. ¿Y si nos proponemos alcanzar la raya del horizonte juntos, buscando una nueva senda que nos devuelva la fe?

Ella miró su mano, la tuvo entre las suyas y sintió que algo se desataba dentro de ella, como el tronar de un rayo en una tormenta. Esa oportunidad, esa promesa de dejar atrás los temores y los rencores atrapados, era su salvación. 

Quizás, solo quizás, esta alma negra que tengo dentro necesita de ti para volver a vivir, dijo Berta, con la voz entrecortada y la esperanza brotando como una flor en medio de la adversidad.

Y así, entre el murmullo del mar y el cálido abrazo del viento, Berta y Marcos comenzaron a caminar, dejando atrás una melancolía que había dominado sus corazones. 

Con cada paso, el eco de su amor resonaba más fuerte, recordándoles que aún en la oscuridad, siempre había una luz dispuesta a guiarlos hacia la esperanza.

Pero no llegaron a alcanzar la raya del horizonte,
la inseguridad y las dudas no son buenas compañeras de viaje
y Berta continuó su viaje sola.