lunes, 4 de agosto de 2025

Sátira para un poeta

vídeo canción
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  • En el vídeo el poema musicalizado
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  • Sátira para un poeta
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 ¡Ay, amigo, qué destreza!
Tu sonrisa me apabulla,
pero en tu red solo caen
las sombras de la tristeza.
.
Tu arrobo me desintegra,
tu arrogancia no me asusta,
veo que lanzas anzuelo,
pero el cebo no me gusta.
.
Eres el rey del despliegue,
maestro del vaticinio,
pero tu fuego no arde
y aporta menos calor 
que dos reales de vino
en invierno por la tarde.
.
Río al ver cómo exageras
rebuscando los aplausos
en el mar de tus reflejos...
.
Esos, tus versos al viento,
son jugar a marear
sin saber ni tú siquiera
que viento sopla en el mar...
.
Te crees faro, oh pirata,
con tus luces ya apagadas.
Estrellas fugaces son
tus egolatras deseos 
en busca de aclamación.
.
No es una falta al respeto
reírme de lo que tú;
consideras como un arte...
esto es solo una ironía
de la que no formas parte
.
Navego alegre en mi barca,
mientras me lanzas tus redes.
Mas debo hacerte saber
que entre bromas y sardinas,
la amistad por los halagos
es algo que no se vende.
.
Cuando tires el sedal,
piensa siempre esta razón:
que en estos mares de letras
chapotea algún corazón.
.
Sigue lanzando tus ganchos,
que este mundo es un teatro;
pero no olvides, amigo,
que la risa... es lo más alto.
quien mucho ríe es feliz
y llega al cielo de un salto...
.
  • Arreglo para canción
  • Sátira para un poeta
  • laaaraaaalaaaraaalaaa
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  • (intro)
  •  ¡Ay, amigo, qué destreza!
  • Tu sonrisa me apabulla,
  • pero en tu red solo caen
  • las sombras de la tristeza.
  • .
  • Tu arrobo fugaz me desintegra,
  • mas tu arrogancia no me asusta.
  • Veo cómo lanzas tu anzuelo,
  • pero el cebo no me gusta.
  • .
  • Eres el rey del despliegue,
  • maestro del vaticinio,
  • pero tu fuego no arde
  • y aporta menos calor 
  • que dos reales de vino
  • en invierno por la tarde.
  • .
  • (estribillo,twovoice)
  •  ¡Ay, amigo, qué destreza!
  • Tu sonrisa me apabulla,
  • pero en tu red solo caen
  • las sombras de la tristeza.
  • .
  • Río al ver cómo exageras
  • rebuscando los aplausos
  • en el mar de tus reflejos...
  • .
  • Con esos versos al viento,
  • juegas a marear
  • sin saber ni tú siquiera
  • que viento sopla en el mar...
  • .
  • Te crees faro, oh pirata,
  • con tus luces ya apagadas.
  • Tus estrellas fugaces son
  • tan solo egolatras deseos 
  • en busca de aclamación.
  • .
  • (estribillo,twovoice)
  •  ¡Ay, amigo, qué destreza!
  • Tu sonrisa me apabulla,
  • pero en tu red solo caen
  • las sombras de la tristeza.
  • .
  • No es faltar al respeto
  • el reírme de eso que tú;
  • estás considerando un arte...
  • esto es tan solo una ironía
  • de la que no formas parte
  • .
  • Navego alegre en mi barca,
  • mientras me lanzas tus redes.
  • Pero debo hacerte saber
  • que entre bromas y sardinas,
  • la amistad por halagos
  • es algo que no se vende.
  • .
  • (estribillo,twovoice)
  •  ¡Ay, amigo, qué destreza!
  • Tu sonrisa me apabulla,
  • pero en tu red solo caen
  • las sombras de la tristeza.
  • .
  • Cuando tires el sedal,
  • piensa siempre esta razón:
  • que en este océano de letras
  • chapotea algún corazón.
  • .
  • Sigue lanzando ganchos,
  • que este mundo es un teatro;
  • pero no olvides, amigo,
  • que la risa... es lo más alto.
  • quien se ríe es feliz
  • y llega al cielo de un salto...
  • quien se ríe es feliz
  • y llega al cielo de un salto...
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Poema y arreglos de Mercedes Bou Ibáñez
musicalizado por Suno IA
Vídeo hecho con ayuda de Canva y MovieMaker
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Relato basado en el poema
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El Gran Poeta de los Charcos
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Había una vez un poeta que se creía el rey de los mares literarios. Su sonrisa, más falsa que billete de tres euros, podía apabullar a cualquier incauto que cruzara su camino. Pero, ay, amigo mío, en su red solo caían las sombras de la tristeza — y no porque fuera profundo, sino porque la profundidad era solo una pose para esconder su vacuidad.
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Nuestro poeta, el Arrogante de los Versos, lanzaba anzuelo tras anzuelo, creyendo que atraparía corazones con su cebo de palabras rebuscadas y gestos grandilocuentes. Pero el cebo no gustaba a nadie, solo servía para que él mismo se creyera un pez de gran tamaño, cuando en realidad era un pez payaso en un mar de mediocridad.
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Se autoproclamaba el rey del despliegue, el maestro del vaticinio, y en su mundo, el fuego que ardía era más bien una vela apagada en un incendio de mentiras. Su calor no calentaba a nadie, solo derretía la cera de sus propios egos, como dos reales de vino en invierno, que no calientan ni el alma ni el cuerpo.
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 Se reía a carcajadas de cómo exageraba sus propios logros, buscaba aplausos en un mar de reflejos que solo él veía. Sus versos, al viento, eran como jugar a marear a los peces sin saber qué viento sopla en el mar… porque, claro, él creía que era el capitán, pero solo navegaba en un barco de papel.
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Se creía un faro, un pirata con luces apagadas, guiando a los barcos perdidos con sus estrellas fugaces, que en realidad eran solo egolatras deseos en busca de aclamación. Pero en la realidad, su arte era tan noble como un chiste sin gracia, tan profundo como un charco en verano.
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Mientras tanto, yo navegaba en mi barca, riendo por lo bajo de sus redes enredadas en la vana esperanza de ser un gran poeta. Pero entre bromas y sardinas, recordé que la amistad verdadera no se compra con halagos baratos, sino con risas sinceras y un poco de sal en la vida.
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Así que, querido poeta de los charcos, cuando tires tu sedal, piensa en esto: en estos mares de letras, siempre habrá algún corazón que chapotea, y si quieres que ese corazón no se ahogue, mejor aprende a reírte de ti mismo. Porque en este teatro llamado vida, la risa es la estrella más brillante, y quien mucho ríe, llega más lejos. ¡a veces, incluso, hasta al cielo, en un salto de alegría!

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